La cadena de cable HBO anunció la semana pasada el cierre de ACN, lugar donde Will McAvoy pasó de un analista jurídico a ser uno de los más reconocidos comentaristas noticiosos del país.
Por supuesto, me refiero a “The Newsroom”.
El experimento parecía prometedor. Aaron Sorkin volvería a una de sus más arraigadas obsesiones que es el retrato de los entretelones de la producción de televisión. Desde “Sports Night”, el escritor comenzó a escudriñar en los perfiles y debilidades de conductores y productores de noticias -deportivas o de información general- y cómo sus relaciones personales se reflejan, irremediablemente, en el proyecto final.
“Sports Night” tuvo un éxito moderado pero se convirtió en una serie de culto. De hecho, en la época donde la compra de series completas de DVDs llenaban los Blockbuster y la sección de televisión de los Best Buy, Sports Night tenía una venta envidiable.
Sorkin exploró otras puertas y oficinas en “The West Wing”, donde los diálogos entre los funcionarios de la Casa Blanca del señor Bartlett -el bueno, no el dinosaurio protomorenista-eran exactos, rápidos, contundentes.
Así escribe Aaron Sorkin. Pulcro pero feroz, el creativo detesta que los diálogos no lleven a ninguna parte. De línea a sus personajes a partir de la inteligencia de las palabras que salen de su boca. Detenta la velocidad como arma de confrontación y el diálogo como el mejor desarrollo de la trama.
Sin embargo, no en todos los ambientes puede tener éxito la mezcla.
Mientras Sorkin era admirado por “A Few Good Men” en cine, su proyecto “Studio 60 no Sunset Stip” fracasaba de manera bestial. Pese a tener a un ex miembro de “Friends” en el elenco y una atractiva premisa sobre las sombras de la risa de un programa como “Saturday Night Live”, el público detestó el experimento.
El escritor se refugió en el cine, donde realizó dos joyas -“Moneyball, el nombre del Juego” y “Red Social”- antes de regresar a la televisión con la serie que, ahora, anuncia su conclusión.
“The Newsroom” es la historia de Will McAvoy, un conductor de noticias que ha perdido el toque tras el rompimiento profesional y romántico con su productora. El jefe de noticias del canal, un veterano de Vietnam, decide que lo mejor para el negocio y la vida personal de su conductor estrella es regresarle la garra a través de la recontratación de la productora ejecutiva.
Sorkin, sin embargo, hace trampa. Juega con eventos reales y pone a los personajes en el tratamiento de temas desde una posición ventajosa a lo que, se supone, son sus competidores: CNN, Fox, MSNBC. El derramamiento de petróleo de British Petroleum, el tiroteo en el que sale herida Gabrielle Gifords, las elecciones intermedias donde el famoso Tea Party domina o la captura y muerte de Osama Bin Laden como tópicos en donde los personajes de “The Newsroom” no se equivocan. Al contrario, Sorkin los pinta como casi perfectos en su ejecución noticiosa sólo empañados por sus demonios internos.
La crítica fue dura por parte de las organizaciones noticiosas que vieron, en esa invasión de realidad desde la ficción, una crítica injusta a su trabajo. HBO respondió con una segunda temporada donde la organización noticiosa caía en la peor equivocación a partir de un reporte falso.
Pero, enamorado de sus personajes, Sorkin solo admitió error de ellos a partir de un engaño premeditado de un personaje que, técnicamente, no era parte del equipo original. Engaños y traiciones serían las únicas condiciones para hacer errar al equipo de noticias que se ensambló en ACN.
Ahora, HBO da el banderazo para la temporada final. Esto, para beneplácito de actores y fanáticos, entre los que se encuentran Brian Williams -actual conductor del noticiero estelar de NBC- y Dan Rather -ex conductor de CBS y el reportero que estuvo en Dallas el día de la muerte de Kennedy-.
Sorkin, por su parte, está listo para ver el desarrollo en cine de su guión sobre la vida de Steve Jobs. Nada que ver con la biopic protagonizada por Ashton Kutcher.
Esto, mientras McAvoy se prepara para su despedida final.