JERUSALÉN. El ayuntamiento de Netanya, localidad situada en el centro norte de Israel, incluyó hoy en su monumento conmemorativo del Holocausto un vagón de mercancías que sirvió para trasladar a judíos a campos de concentración.
Según la alcaldesa de la ciudad, Miriam Feirberg-Ikar, se trata del primer vagón de estas características que llega al Estado de Israel, y con su exhibición se pretende homenajear a los millones de personas que sufrieron la barbarie hitleriana, además de perpetuar el recuerdo.
El vagón, un “Munchen12-246”, fue hallado hace un año por Roni Dotan y Tatiana Rosa, dos especialistas en la memoria del Holocausto, y fue recuperado, restaurado y trasladado a Netanya con la ayuda de sus habitantes y del ayuntamiento.
Desembarcado en el puerto de Ashdod, en el sur de Tel Aviv, el vagón fue conducido a Netanya escoltado por decenas de motos pertenecientes al Club Motorista de Israel y por las policías nacional y municipal.
Después fue colocado junto al monumento que conmemora la victoria del Ejército Soviético sobre las tropas nazis, que inauguró el líder ruso Vladímir Putin, donde desde este viernes se exhibe al público.
“Netanya cree que es extremadamente importante fomentar proyectos que documenten y salvaguarden la memoria de aquellos que perecieron durante el Holocausto”, explicó Feirberg-Ikar.
En este sentido, el consistorio proyecta que el vagón sea “un monumento vivo” que pueda ser visitado por grupos de estudiantes y sirva de punto de partida para talleres y otras actividades que expliquen cómo los nazis llevaron a cabo la denominada “solución final”, o plan de exterminio.
Según documentos históricos, el régimen dirigido por Adolf Hitler ordenó el transporte de millones de personas, en su inmensa mayoría judíos, a campos de concentración en Europa donde eran hacinados antes de ser ejecutados.
Para ello, utilizó trenes compuestos por vagones como el que ahora se expone en Natanya, en los que transportó a más de un centenar de personas en condiciones infrahumanas, como si de ganado se tratara.
El viaje solía durar entre 24 y 48 horas y se calcula que cerca de un millón de personas murieron en esos vagones antes de llegar a su destino.