La región de Priorato en los últimos 30 años ha florecido. Hoy en día produce algunos de los vinos más caros españoles. ¿Quién no ha oído sobre los vinos de Finca Dofi? creación de Álvaro Palacios, la cara pública de esta región, que produce uno de los vinos más famosos españoles: L’Ermita.
En esta zona ubicada en la provincia de Tarragona, a 120 km al suroeste de Barcelona, se están produciendo vinos tintos robustos y concentrados, producto de su clima caluroso, poca lluvia y frio invierno; combinado con una geología con abundantes laderas escarpadas y bancales pizarrosos de escasa fertilidad y difícil cultivo. Aquí, las vides tienen que trabajar muy duro para empujar sus raíces y encontrar la humedad, condiciones ideales para la garnacha y cariñena, típicas de la región.
Sin embargo, no sólo las vides trabajan muy duro, sino también los vitivinicultores, lo cual constaté al platicar con Sandra Estévez Meléndez y Jordi Miró i Diego, enóloga y Director Comercial de la Cooperativa Vinícola del Priorat, respectivamente.
La historia de la bodega es diferente, ya que bajo el paraguas de una cooperativa, esta marca une el esfuerzo de 125 vinicultores que cultivan 205 hectáreas de viñedos distribuidas en más de 300 pequeñas parcelas en las localidades de El Lloar, Gratallops, La Viella Alta y La Vilella Baixa, produciendo10% de la producción total de la región.
Sandra me cuenta que después de estudiar enología trabajó en Galacia y la Rioja para posteriormente irse a Napa. Me comenta que hoy en día trabajar en esta región es obligado para cualquiera que quiera hacer vino en esta época, además de afinar el inglés que confiesa: no es el fuerte de los españoles.
Regresando, le ofrecieron su máximo sueño: convertirse en la enóloga de Vinícola del Priorat. Es evidente su pasión por hacer buen vino, sin embargo, mientras platicamos, veo que su trabajo va más allá de lo que hacen muchos enólogos. No solo tiene que supervisar el proceso de elaboración del vino desde las uvas mismas hasta que lleguen a una botella, sino que, además, debe estar en contacto directo con cada uno de los miembros de la cooperativa, quienes al final tienen que acatar sus decisiones.
Sandra asegura que en estos pueblos la gente viaja poco y que la vida es muy simple. Me imaginaría que para una mujer podría ser difícil, pero ella me dice que al contrario, su trabajo es fácil, ya que todos los miembros de la cooperativa están comprometidos con hacer el mejor vino posible y cada uno entiende el papel que debe jugar.
A su vez, Jordi Sandra dice que no siempre fue tan fácil. Recuerda, que cuando apenas empezó a funcionar la cooperativa, el tema de la homogeneizar las calidades de la uva fue difícil, por lo que al principio, tuvieron que recurrir a medidas extremas como tirar uvas en el centro del pueblo de los productores que no reunían los estándares esperados.
Han pasado muchos años desde esa época. Y Jordi dice que el gran éxito de esta cooperativa es que han encontrado el balance perfecto. Los miembros se benefician al recibir sus ganancias y por lo mismo tienen los incentivos para mantener las altas calidades de la uva.
Por su parte, sus directivos, así como la enóloga, tienen toda la autoridad para tomar las decisiones necesarias en cuestión del vino, mientras sigan produciendo las ganancias esperadas. Sin duda suena fácil, pero me imagino que ha de ser altamente complejo.
Por su parte conversar con Jordi es una delicia. Además de trabajar en Vínicola del Priorat, tiene su propia marca de vino: Celler Jordi Miró. Justo para nuestra comida, probamos un vino blanco elaborado con uva Garnacha, que recién había recibido la distinción de Mejor vino de España cosecha 2013 en el precio inferior a 10 € otorgado por la guía Vino Cotidiano.
Su familia ha trabajado por varias generaciones en los viñedos y dice que su pasión por hacer vino surgió cuando finalmente trabajó en otras bodegas. Hoy me cuenta que su trabajo en Vinícola del Priorat, le dio la inspiración para empezar su proyecto personal. Me cuenta que en Vinícola del Priorat, lo que aspiran hacer con sus vinos es mostrar la uva tal cual es, sin mucha madera, ni muchos procesos; idea que hoy en día también aplica en la elaboración de sus propios vinos. Además, cada temporada, su gran encomienda es mostrar lo que es capaz de producirse en el terroir de la región.
Esa tarde probamos el Onix Classic (50% Garnacha, 50% Cariñena) ($279) y Onix Fusió (50% Garnacha, 50% Syrah) ($398). Ambos vinos se caracterizaron por un color intenso y, en la nariz, aromas a moras, con caramelos tostados y una buena tanicidad. Si tuviera que pensar en las diferencias de ambos vinos, sentí que el Classic era mucho más frutal, mientras que el Fusió era más persistente en boca y tenía una mayor acidez. Sin duda, ambos vinos son un gran punto de partida para empezar a familiarizarse con vinos de esta región y considero que el Onix Classic ofrece una excelente relación precio calidad.
Así, la próxima vez que disfrute de estos vinos, inmediatamente recordaré en cada sorbo la pasión por hacer bien las cosas en esta vinícola y en el empeño que están realizando para mostrar el verdadero terroir de la región del Priorato.
Pero también vendrá a mi mente el gran esfuerzo cooperativo involucrado en su elaboración, en el que sin duda todos ganan, incluyendo el consumidor final.
Espero que tengas un fabuloso día y recuerda ¡hay que buscar el sabor de la vida!
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Dónde Comprar:
La Castellana www.lacastellana.com