SAN JOSÉ. Luis Guillermo Solís, un politólogo e historiador de hondas convicciones socialdemócratas, fue durante el proceso electoral muy desfavorecido por las encuestas que hasta la última semana no le daban más de un 15% de apoyo.
Aunque era poco conocido en el ámbito político, Solís sí tiene experiencia como jefe de gabinete de la Cancillería en el primer Gobierno de Óscar Arias (1986 y 1990) y como embajador para Asuntos Centroamericanos y director de política exterior del Gobierno de Jose María Figueres Olsen (1994-1998), ambos del PLN.
Ayer, eufórico, el también profesor universitario comenzaba su día después pensando en construir alianzas para acudir a la segunda vuelta más fortalecido: “en este momento mi alianza prioritaria, por sobre cualquier otra, es con Costa Rica. Tenemos que iniciar diálogos con organizaciones, partidos y movimientos”, señaló Solís en declaraciones a medios locales.
Sin embargo, desmintió especulaciones sobre una inminente alianza con el izquierdista Frente Amplio, que en las elecciones del domingo se convirtió en la tercera fuerza política, con una importante representación legislativa, aunque no hizo realidad su sueño de llegar al poder.
El Partido de Acción Ciudadana (PAC) no ha gobernado nunca y fue formado por disidentes del Partido de Liberación Nacional (PLN), que ha gobernado el país en diferentes etapas de la historia democrática de Costa Rica y en concreto consecutivamente durante los últimos 8 años.
“El trabajo de un demócrata es construir puentes, armar acuerdos, llegar hasta donde tenga que llegar para lograr esos acuerdos… y ese es mi talante”, afirmó Solís, quien se muestra confiado en triunfar en la segunda vuelta.
Solís fue el sorpresivo ganador de los comicios con 31% de los votos, contra 29% de Araya, del gobernante PLN, de acuerdo con el último corte del 88% de mesas escrutadas por el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).
Los analistas estiman que una masa de votantes indecisos que rondaba el 30% fue determinante en su triunfo de última hora.
Solís prometió erradicar la pobreza extrema, que alcanza alrededor del 6% de la población, mediante una política para la generación de empleos y la articulación de diversos programas sociales que se encuentran “dispersos” y que fallan en su objetivo.
Entre sus propuestas para obtener más recursos, Solís dijo que una reforma fiscal es “una necesidad” para distribuir mejor la riqueza y ante el déficit del 5.4% del producto interno bruto (PIB) con el que cerró el 2013.