Seguro de su aura y de la fidelidad de un público al que ya tiene conquistado, el vanguardista Alexander Wang exhibió en la noche del sábado una colección futurista y chispeante que no dudó en presentar en los congelados muelles de Brooklyn.
Con un sonido “tecno” de tono militar como música de fondo, alrededor de 50 modelos de mirada dura y porte deliberadamente masculino recibieron al mundillo de la moda neoyorquina, recién llegado de Manhattan.
Wang, el primer creador de primer plano que osó lanzarse a la aventura de organizar un desfile de moda fuera de la isla de Manhattan, y en un invierno particularmente riguroso, eligió un gigantesco invernadero, el Duggal Greenhouse, inaugurado en la primavera boreal pasada y utilizado por Lady Gaga para lanzar su último disco, para presentar su espectáculo.
Aventura en Brooklyn
Wang, director artístico de la casa Balenciaga en París, había logrado, antes aún del comienzo de su show, contagiar a una Semana de la Moda todavía en sus inicios con la gran emoción de la aventura.
En medio de taxis y limusinas y mientras espera para pasar la barrera de ingreso a la Navy Yard, una joven con tacos altos, nerviosa y preocupada por no llegar tarde a la cita, intenta avanzar con dificultades por la helada calle.
“Es una experiencia bastante intensa”, confía Maddie Raedts tras 10 minutos de caminata y alrededor de media hora de taxi. “Pero estoy segura de que valdrá la pena”, asegura, mientras extiende su tarjeta de invitación y detrás suyo se divisa la línea de rascacielos de Manhattan.
Para el resto, la casa había dispuesto buses y ferrys desde Manhattan, con un descuento de 30% en el servicio de aventón en automóvil Uber.
Una vez en la sala, el espectador se ve atrapado desde el inicio por un escenario futurista y giratorio, hecho de pilares metálicos y hacia el cual se dirigen las siluetas andróginas de la colección otoño-invierno 2014 de Alexander Wang.
Ropa sensible al calor
Vestida con grandes chaquetas azul marino o piel de camello con bolsillos que recuerdan a los de los uniformes militares o las cazadoras, portando carteras que parecen repletas de cartuchos, abrigos de líneas afiladas, con telas rugosas con efecto burbuja, la de Wang es una mujer preparada para “sobrevivir”, según los términos del propio creador, pero que osa exhibir los colores más vivos y el neón.
La gran novedad del desfile, y la estrella del mismo, fue un conjunto concebido en fibras sensibles al calor, que adquieren toda su luminosidad bajo el fuego de los proyectores.
Los únicos elementos suavizantes eran una serie de pañuelos azules, rojos, negros que lucían mujeres blancas o negras en sus cuellos gráciles pero, como todo en esta época, cubiertos y protegidos.
“Mi idea era combinar elementos de vestimenta con grandes espacios y condiciones extremas de temperatura”, dijo Wang. “Un poco como un collage entre todos esos aspectos más bien abstractos”.
Lejos de ser un capricho geográfico de un divo de la creación neoyorquina, la elección de Brooklyn aparece cargada de sentido. “¿Por qué no Brooklyn? Hallamos este invernadero que correspondía perfectamente al concepto de telas sensibles al calor, a esta idea de recalentamiento planetario y de (aumento de) las temperaturas”, señaló.
Un calor triunfante sobre los muelles nevados, en los que el público, seducido por tanta audacia, se apresuró a aclamar al joven rey de los podios Made in NYC.
“Es uno de los desfiles más impresionantes que haya hecho en su carrera, me encantó”, aplaudió Jawria Waupe, un elegante joven en cuello de tortuga que exhibía un collar adornado con una gran cruz.
Más temprano, Joseph Altuzarra, un amigo de Wang, había presentado una línea tan sensual como confortable, mientras que por la mañana Felipe Oliveira Baptista había celebrado la forma olímpica de la marca Lacoste, elegida para vestir al equipo de Francia en la ceremonia de apertura de los juegos de Sochi, en Rusia.
Con información de AFP