CALIFORNIA. Clint Eastwood sumó otro papel protagónico en su carrera al salvar una vida en el torneo de golf de Pebble Beach.
Eastwood asistió a una fiesta de voluntarios en la víspera del torneo de la Gira de la PGA cuando notó que el director del mismo, Steve John, se estaba ahogando con un pedazo de queso el miércoles por la noche. El actor de 83 años realizó rápidamente la maniobra Heimlich en el Centro de Conferencias de Monterey.
“Yo estaba bebiendo agua y comiendo estos pequeños aperitivos, me eché un pedazo de queso y simplemente se atoró”, dijo John el viernes. “Yo lo estaba mirando y no podía respirar. Él (Eastwood) lo reconoció de inmediato (el problema) y salvó mi vida”.
Eastwood es una figura prominente en el torneo de profesionales y aficionados Pebble Beach National. Anteriormente era un aficionado participante y ahora es presidente de la Monterey Peninsula Foundation, la cual ha recaudado más de 100 millones de dólares para obras caritativas como anfitriona del torneo.
Eastwood suele estar en la torre CBS durante el fin de semana en el que se realiza el torneo y entrega el trofeo al ganador, una lista que en años recientes ha incluido a Tiger Woods, Phil Mickelson y Brandt Snedeker.
El astro de Hollywood no estaba esperando una tarea adicional esta semana.
“Observé sus ojos y vi esa mirada de pánico que tiene la gente cuando ve pasar su vida ante sus ojos”, dijo Eastwood al periódico The Carmel Pine Cone. “Lucía mal el asunto”.
El también director de cine dijo que fue la primera vez que utiliza la maniobra Heimlich.
“No puedo creer que peso 202 libras (91,6 kilogramos) y me lanzó en el aire tres veces”, comentó John.
La fiesta es una de las noches más importantes de la semana. Los voluntarios son agasajados por las celebridades, tales como el músico Kenny G y el comediante Tom Dreesen.
John, de 50 años, dijo que es la segunda vez en su vida que alguien le realiza la maniobra Heimlich.
“Fue en Colorado hace aproximadamente siete u ocho años. Pero no fue Clint Eastwood (quien la aplicó)”, subrayó. “No he hablado con él desde aquella noche; fue una locura”.