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Estamos acostumbrados a etiquetar las cosas como “buenas” o “malas”, lo que hay detrás de esta etiqueta es una simple pero delicada pregunta ¿Me ayuda o me perjudica? Es un juicio que terminamos haciendo, la mayoría de las veces, de manera inconsciente. Los juicios son algo que utilizamos para saber cómo reaccionar en el futuro ante situaciones similares a las que ya hemos vivido. Sin embargo, de vez en cuando es bueno quitarnos esta venda de los ojos que nos impide mirar las cosas en un estado más puro, de contemplación y no de evaluación. De esta forma podemos estar ante las cosas y apreciarlas por lo que son, sin enturbiar nuestra mirada con un sentido de “utilidad”.

Hay algunos diseñadores que a pesar de estar ante el posible juicio de “maldad o excentricidad”, han decidido seguir su estilo y sobre todo, su instinto. No es fácil ser un disidente de lo que la gente llama “normalidad”, pero si uno entiende la relevancia y la trascendencia de serse fiel a uno mismo, el viaje se vuelve más ligero.

Uno de los diseñadores que logró entender a muy temprana edad su posición ante tal encrucijada fue Alexander McQueen. Diseñador cuyas prendas se han caracterizado siempre por tener un estilo que mezcla el romanticismo con un lado gótico o agresivo, en su carrera ha utilizado como inspiración elementos fetichistas, masoquistas, animales, cráneos, entre otros.

Sus diseños tienen un concepto inusual que refleja un estilo oscuro pero siempre impregnado de una delicadeza femenina; suele combinar elementos de horror y romance, buscando obviar el contraste entre los opuestos, por ejemplo la vida y la muerte, luminosidad y oscuridad. Esto suele ser muy impactante para muchas personas, es decir, por el hecho de anteponer nuestro concepto de bueno/malo al de simplemente apreciar y valorar el material observado. De hecho, como muestra de la agilidad de la gente para formar este tipo de juicios, basta decir que al salir al mundo de la moda, McQueen no tardó demasiado en recibir el apodo de l’enfant terrible. McQueen comentaba al respecto “La gente encuentra mis diseños algo agresivos. Pero yo no los veo como agresivos, yo los veo como románticos lidiando con un lado más oscuro de la personalidad.”

Si dejamos por un momento de lado el juicio respecto a los elementos de inspiración para elaborar sus colecciones, podremos notar que McQueen es un diseñador con una capacidad extraordinaria para fusionar conceptos opuestos de una manera sutil y siempre armoniosa. De hecho el proceso de trabajo de McQueen es muy interesante, pues pareciera que trabajara de atrás hacia adelante, su primer paso al momento de comenzar a pensar en una nueva colección, es visualizar su presentación en la pasarela. Posteriormente, se dedica a elaborar el storyboard con todo tipo de referencias, artísticas, cinematográficas, musicales, entre muchas otras. Él confiesa obtener su inspiración de prácticamente cualquier parte. McQueen ha comentado que tiene una particular inspiración en el siglo diecinueve, especialmente en la época victoriana gótica. Así fue como el propio McQueen describió su estilo “Hay algo muy… estilo Edgar Allan Poe, profundo y melancólico, en mis colecciones.”

 

Aunque el estilo de McQueen pueda ser tachado por las mayorías de agresivo o grotesco, el diseñador ha permanecido fiel a sus ideas y pasiones, y además, lo ha hecho de manera exitosa. Estas fueron las palabras bajo las cuales Alexander McQueen reafirmó su principio de ser auténtico y crear siempre bajo el estandarte de la lealtad al arte y a la originalidad: “Uno tiene que conocer las reglas para poder romperlas. Para eso estoy aquí yo, para demoler las reglas y mantener la tradición.” Quizás con tradición McQueen se refería al arte del diseño, el cual, casi por definición, debería romper las reglas para seguir reinventándose y permanecer joven.

Hay que saber qué estamos mirando, qué es lo que estamos valorando y en base a qué parámetros lo estamos valorando. Los juicios son piedras en el camino que nos impiden llegar al fondo de las cosas, apreciar su verdadera esencia. Quizás al observar una pieza de diseño, sea cual sea, antes de voltear la mirada con una primera impresión formulada en cuestión de segundos, deberíamos esperar, mirar un poco más, y apreciar. Después de todo, no hay una sola realidad, es decir no hay una que sea la correcta, no olvidemos que realidades hay tantas, como pares de ojos en este mundo.