Un insólito entierro, integrado por los restos de 12 canes sin asociación alguna con un difunto o construcción, fue hallado por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en un predio ubicado en la delegación Azcapotzalco.
Los restos se localizaron durante las tareas de salvamento arqueológico en la zona, y por la profundidad a la que se encontraron se deduce que todos debieron ser colocados en el lugar en un mismo momento, hace más de 500 años.
De acuerdo con información difundida por el INAH, estos animales desempeñaban el papel de guías del alma al inframundo o se ofrecían a ciertos templos o edificios.
Sin embargo, los restos recién hallados no tienen este contexto, por lo que se trata de un descubrimiento especial y será necesario seguir con la exploración en el área para saber si hay algún elemento debajo del depósito, explicó la arqueóloga Rocío Morales Sánchez.
Detalló que los restos datan del apogeo mexica de la Cuenca, lo cual se dedujo a partir de la relación del material encontrado en estos pozos, especialmente por la cerámica conocida como Azteca III, que se remonta a los años 1350 a 1520 d.C., y que se han recuperado de otros pozos.
Además de continuar con las excavaciones en el lugar del descubrimiento, continuó, se llevarán a cabo los análisis de laboratorio para conocer la causa de muerte de los animales, si padecían alguna enfermedad o malformación, o algo que ayude a saber por qué los enterraron en ese espacio.
Las osamentas se hallaron en posición anatómica, tendidas boca arriba y boca abajo, sin un patrón de enterramiento particular, los esqueletos presentan en general un buen estado de conservación, salvo algunas pérdidas producto de la intrusión de un muro moderno.
Por otra parte, el arqueólogo Antonio Zamora refirió que como parte de los estudios hechos al entierro, la bióloga Alicia Blando Padilla visitó el lugar, su conclusión fue que lo más probable es que los restos pertenezcan a perros comunes.
Los vestigios descubiertos en el predio de la Avenida Azcapotzalco representan un reducto de lo que fue la periferia de esta demarcación. Hace algunos años se realizó otro salvamento en la parte este del predio que hoy es motivo de excavación y se rescataron y protegieron vestigios de una unidad doméstica.
En aquel momento también se encontraron entierros humanos, material arqueológico y la huella de antiguos canales, los cuales dan sentido a los nuevos descubrimientos.
Lo anterior debido a que en el terreno donde se llevan a cabo las labores del salvamento arqueológico se ha reunido un gran cantidad de materiales de desechos que refieren a esta actividad doméstica, principalmente cerámico entre sellos, malacates, moldes y figurillas; agujas de hueso y herramientas líticas como navajillas de obsidiana.
Entre otros hallazgos figuran: un “omichicahuaztli”, instrumento de percusión, tallado en un fémur humano, así como otro instrumento musical hecho con un húmero de perro; una herramienta elaborada en hueso de venado; en otro pozo se reconocieron restos de un infante de tres años de edad, removidos desde la época prehispánica.
Por la cercanía de este espacio con lo que fue la ribera del lago de Texcoco, los arqueólogos concluyeron que los residuos debieron concentrarse para subir el nivel de piso, evitando así inundaciones.