El proceso de paz para Siria está al borde del fracaso, sin lograr el más mínimo avance en una semana de negociaciones, por lo que las delegaciones del gobierno y la oposición se tomarán un tiempo de reflexión para decidir si celebran una nueva ronda de conversaciones.
La segunda ronda negociadora culminó hoy sin que se haya convocado una fecha para una tercera cita, que en un principio se iba a celebrar tras una semana de pausa, un objetivo que ha demostrado ser demasiado ambicioso en vistas del estancamiento en el que se hallan las conversaciones.
“Creo que es mejor que cada parte vuelva a sus hogares, reflexione y asuma su responsabilidad si quiere seguir con el proceso o no. Yo haré lo mismo”, afirmó el mediador Lajdar Brahimi, visiblemente pesimista sobre el rumbo de las negociaciones.
El único atisbo de avance en seis días ha sido que las partes por fin han dado el visto bueno a la agenda de temas que propuso Brahimi para esta ronda, que se dejará ahora para una eventual próxima reunión.
Ese plan de trabajo consta de cuatro puntos: fin de la violencia, creación de un órgano de gobierno transitorio, mantenimiento de las instituciones y reconciliación nacional.
El diálogo entre las partes se ha visto estancado precisamente porque el régimen de Bachar al Asad exige que se ponga fin al terrorismo y la violencia antes de abordar otras cuestiones, mientras que las pretensiones de la oposición se centran en la transición política.
Para salir de este bloqueo, Brahimi sugirió hoy a las partes dedicar el primer día de una hipotética tercera ronda a hablar del fin de la violencia y combatir el terrorismo, y el segundo a debatir el órgano de gobierno transitorio.
Esta idea, aceptada por la oposición, que la ve como una oportunidad para entrar en materia política, fue rechazada por la delegación gubernamental, algo que, según el mediador, “alimenta las sospechas de la oposición de que ésta no quiere tratar en absoluto la cuestión de ese órgano de gobierno”.
“En ese caso, les he trasladado que no es bueno ni para el proceso ni para los sirios que regresemos a otra ronda y caigamos en la misma trampa que en ésta y la mayor parte de la primera”, explicó un tanto abatido el mediador.
Ante la negativa del régimen a abordar un cambio político, el portavoz de la oposición, Louay Safi, advirtió hoy de que no volverán a una nueva cita en Ginebra a menos de que obtengan garantías de que se pondrá sobre la mesa su aspiración de conformar un gobierno interino que sustituya al actual, liderado por Al Asad.
La delegación gubernamental, más avezada en los juegos retóricos, le daba la vuelta a la situación y se desquitaba de su parte de culpa en la obstrucción del proceso, al cargar la responsabilidad en los otros.
“Nosotros no hemos presentado ninguna condición para volver a una tercera ronda”, declaró el jefe negociador del régimen, Bashar al Yafari, en un ataque velado hacia la otra parte.
Al Yafari -acostumbrado a vender al exterior la cara amable del régimen en su puesto de embajador ante la ONU en Nueva York- reiteró su voluntad de regresar a la mesa de negociación “para servir al pueblo sirio y acabar con la matanza de civiles y el terrorismo”.
La dialéctica de confrontación entre las partes y el tono más desesperanzado percibido hoy en un perseverante y paciente Brahimi son reflejo de que la continuidad del proceso de paz se halla en una peligrosa zona pantanosa.