Han sido al menos dos las ocasiones en las que Josefina Vázquez Mota y Gustavo Madero se han reunido en las últimas dos semanas en total secrecía y en busca de una negociación para que la ex candidata presidencial anuncie su apoyo formal a la reelección del chihuahuense. Paralelamente, y en algo que confirma una estrategia de doble juego, Josefina ha mantenido abierta la expectativa de que dialoga con Ernesto Cordero y Juan Manuel Oliva para una candidatura de un bloque común contra Madero.
Vázquez Mota decidió hace rato que ella no buscaría la presidencia del PAN pero también que su apoyo, para cualquiera de los bandos en disputa, tenía un alto valor y como tal lo está negociando, aunque hasta ahora no parece decidirse y la presión en torno suyo está creciendo en los dos grupos que la cortejan políticamente.
Las opciones de Josefina son bastante claras: por un lado, negociar con el grupo de Madero, al que conoce y con quien trabajó en la campaña del 2012, no sin algunos desencuentros, pues su gente se quejaba de que el partido no se empleó a fondo en su proselitismo; y por el otro, pactar con Oliva y Cordero para ser parte del bloque opositor que, todo indica a estas alturas, llevaría como candidato al ex gobernador de Guanajuato porque el senador y ex secretario de Hacienda -encumbrados panistas dixit-“simplemente no creció y se quedó chiquito”.
El problema para ella es que si pacta con Oliva lo tendría que hacer también con Ernesto Cordero, cuando fue éste y su equipo más cercano -desde la “pinche Sota” hasta Max Cortázar, Juan Ignacio Zavala o Abraham Cherem- quienes la atacaron primero como contrincante del secretario de Hacienda en la interna panista y después sabotearon su campaña presidencial. Era común aquellos días del 2012, mientras Josefina se hundía en el tercer lugar de las encuestas, escuchar de los corderistas expresiones como “Primero muertos que apoyar a esa vieja”, por las añejas rencillas que guardaban cuando fue nombrada coordinadora de la campaña de Felipe Calderón en 2006 y desplazó al equipo de Juan Camilo Mouriño.
Esa valoración tendrá que hacerla muy bien Vázquez Mota pues corre el riesgo de aliarse con enemigos que en su momento le hicieron mucho daño, y si bien el refrán en la política reza que “tus amigos de hoy serán tus enemigos de mañana”, en este caso, para Josefina, es a la inversa, pues los que fueron sus acérrimos enemigos hoy quieren convencerla de que se alíe con ellos.
De hecho, tal como ahora los corderistas planearon y orquestaron una campaña pública para “hundir a Madero”, en su momento le aplicaron a Josefina la misma estrategia, y hay quien afirma que a cambio del hundimiento de la candidata presidencial del PAN en 2006 los calderonistas, hoy corderistas, negociaron posiciones con el candidato puntero Enrique Peña Nieto, entre las que estarían Marisela Morales en el consulado de Milán y que Alejandra Sota fuera contratada como consultora del Edomex.
Por lo demás, la mayor parte de los antiguos operadores de Josefina están ya apoyando la campaña de Gustavo Madero, es el caso de Kiko de la Vega en Baja California, Hernán Cortés en Jalisco, Ulises Ramírez en el Estado de México, o incluso antiguos operadores de Cordero como Gabriela Cuevas en el DF, Ricardo Anaya en Querétaro o Rafael Moreno Valle, el gobernador de Puebla.
Veremos pues hacia dónde se mueve Josefina Vázquez Mota y cómo resuelve su dilema la hoy codiciada ex candidata presidencial del PAN.
NOTAS INDISCRETAS… El activista venezolano Gustavo Tovar-Arroyo analiza si viaja en los próximos días a Venezuela donde el Ministro del Interior, Miguel Rodríguez Torres, lo ha señalado como “conspirador” de la desestabilización estudiantil contra el gobierno de Nicolás Maduro. Tovar buscaría rechazar así las acusaciones del gobierno de Maduro, pero si llega a ser detenido en Caracas podría generar un problema al gobierno de México por su nacionalidad como ciudadano mexicano. El abogado radicado en Morelia y quien rechaza promover acciones violentas de los estudiantes, ya hizo una vez una acción similar cuando en 2007, después de la derrota de la reforma constitucional de Hugo Chávez por parte de los estudiantes que se movilizaron en su contra, Tovar-Arroyo viajó a Caracas para retar al gobierno chavista a detenerlo cuando ya lo ubicaban como uno de los auspiciadores del movimiento estudiantil. A su llegada al aeropuerto hubo un escarceo con el personal policiaco que intentó detenerlo pero al final desistieron. En aquella ocasión, Gustavo Tovar dio aviso al gobierno de Felipe Calderón que viajaría a Caracas para prevenirlo de su posible detención y al final la presión del gobierno de México evitó que lo apresaran. La pregunta es ¿qué haría en un caso similar el gobierno de Enrique Peña Nieto?.. Paran los dados. Escalera doble. Mejora el tiro.