El nivel de escolaridad es un factor que tiende a cerrar las brechas de género. Por ejemplo, las mujeres con estudios básicos ganan 83 pesos por cada 100 pesos que obtienen los hombres, pero esta diferencia disminuye conforme aumenta la escolaridad y lo mismo sucede al momento de repartir los quehaceres domésticos.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) a propósito del Día Mundial de la Justicia Social, las mujeres con educación superior ganan 92 pesos por cada 100 que ganan los hombres con el mismo grado de estudios.
En el caso del trabajo doméstico no remunerado, donde se expresa con mayor claridad la desigualdad de condiciones, la sobrecarga de trabajo se acentúa en el caso de las mujeres en condición de pobreza.
En 2008, una mujer dedicaba en promedio 20.1 horas a los quehaceres domésticos por 7.8 horas semanales de los hombres. Para 2012, ellas dedicaban 22.1 horas por las mismas 7.8 horas.
No obstante, según los datos del Instituto, entre 2008 y 2012 la contribución de las mujeres al ingreso total de los hogares pasó de 29.2% a 30.7% en los hogares pobres, y de 32.6% a 34.4% en los no pobres.
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