…pero probablemente las Lolitas si
El más reciente número de la revista Generación dirigida por Carlos Martínez Rentería, fiel a su espíritu polémico, controvertido y en las márgenes, está dedicado a las Lolitas. Bajo la pluma de 17 mujeres se explora narrativamente el espinoso tema de las relaciones afectivas y sexuales de niñas con hombres adultos.
Desde diferentes enfoques se abordan las relaciones de poder entre adultos y niñas que si bien en algunos momentos y/o situaciones pareciera que la menor de edad tiene el control del adulto por medio de la seducción, en otros, las más de las veces, está totalmente sometida por el adulto. No es de extrañarse esto último, el sojuzgamiento sobre la joven ya que en un primer momento la niña está desprovista de experiencia, es una hoja en blanco mientras que el adulto le lleva varios años de aprendizaje en el juego de la manipulación, que probablemente después la niña llegue a conocer y a perfeccionar.
Sin embargo las más de las veces las niñas cargan con la situación más adversa, desde sumirse en una espiral de adicciones, pérdida de autoestima, caer en redes de trata infantil, ser víctimas de múltiples abusos (violencia psicológica, física, sexual, tortura) y hasta la muerte, como Samantha Luna ilustra en su texto Bang bang.
Es importante referir que en la Lolita de Nabokov, principal fuente de inspiración de los textos de la revista, el peso de la narración cae sobre Humbert Humbert para quien las relaciones de género son bastante simples: las mujeres han de ser poseídas, y los hombres deben competir por la posesión y control de las mujeres.
Esto último en referencia con el hecho de que Humbert asesina al artista Clare Quilty con quien en un momento dado Lolita decide escapar. Quizá es el único momento en que ella tiene poder de decisión, independientemente de que esta decisión haya sido desafortunada pues Quilty era otro depravado.
Por el contrario en los textos contenidos en Generación las protagonistas principales de los textos son mujeres, escritas por mujeres y me atrevería a decir que si bien su pretensión es que sus textos se conozcan por hombres y mujeres, su blanco principal son las lectoras femeninas.
En este caso se cumpliría la premisa de la feminista francesa Hélène Cixous “Una mujer debe escribirse a sí misma: debe escribir sobre las mujeres y atraer a las mujeres al acto de escribir, del cual han sido ahuyentadas con tanta violencia como lo han sido de sus cuerpos –por las mismas razones, por la misma ley, con el mismo fatídico objetivo. La mujer debe inscribirse en el texto- y en el mundo y en la historia- con su propio movimiento”.
Y es justo dar voz a las experiencias de las diversas Lolitas lo que hacen Ana Clavel, Elma Correa, Haydé Zavala, Susana Iglesias, Melissa Roura, entre otras talentosas poetas y escritoras al inscribirse en la historia, posicionando como sujeta de acción y agencia a las niñas y jovencísimas féminas.
Pese a que las Lolitas y el feminismo parecerían dos conceptos contrarios y excluyentes por el vínculo inmediato que hacemos con la pederastia en donde existe un abuso y natural dominio del adulto sobre la menor, es importante dejar un intersticio a la posibilidad de que la niña pueda invertir la relación de poder a su favor, dejando de ser una víctima para tomar las riendas de la situación.
Lolita que fue publicada en 1955 y que en un principio fue censurada, apela a un ideal de la feminidad, donde la pureza, la pasividad, la mudez, la subordinación son valorados. Es un ideal que no permite que las niñas y las mujeres puedan tener voz y voto sobre su sexualidad, su cuerpo, sus intereses.
Es justo este tipo de Lolita creada por Nabokov la que no queremos más, ya que es la que permite que se sigan perpetuando estereotipos dañinos para el crecimiento y construcción de una mujer empoderada, asertiva, y dueña de su propio cuerpo y sexualidad.
Las Lolitas que necesitamos son las que confiadas de sí mismas irrumpen en el espacio de lo público, desafiando las convenciones sociales que niegan la sexualidad de las niñas y mujeres, cosificándolas y convirtiéndolas en víctimas de un sistema patriarcal que convierte el poder de su sexualidad en un arma contra ellas mismas.