Una carretada de aplausos cimbró el cuartel militar. Todos sabían a quién hacían alusión pero nadie, ni el presidente Enrique Peña, se atrevieron a mencionarlo por su nombre.

 

Peña Nieto se vanaglorió de hacer lo que ni Felipe Calderón ni Vicente Fox lograron: llevar tras las rejas, luego de 13 años prófugo, al “delincuente más buscado del planeta”. Sin ni siquiera mencionarlo, Joaquín El Chapo Guzmán, ahora preso en el penal del Altiplano, fue el protagonista de su discurso.

 

Unos minutos antes, cuando el avión presidencial Boeing 757 cruzó territorio de Coahuila, cuatro aeronaves de la Fuerza Aérea T6-C, conocidos como tejanos, escoltaron al presidente hasta su arribo al aeropuerto del municipio de Frontera.

 

Al estar fresca la captura del líder del Cártel de Sinaloa, y con las amenazas vía Twitter de sus supuestos hijos, las especulaciones inundaron a los pasajeros del avión presidencial.

 

Es la primera vez que Peña Nieto es escoltado por aviones de combate durante una gira dentro del territorio nacional. Era una protección especial tras la detención del capo, se decía dentro del avión. De inmediato, personal del Estado Mayor Presidencial, trató de minimizar la presencia de las aeronaves y explicaron que era un acompañamiento de cortesía por la inauguración del cuartel militar.

 

Al aterrizar, aunque la base militar se encuentra a menos de cinco minutos del aeropuerto, el presidente abordó una camioneta blindada del Estado Mayor Presidencial, lo siguieron otras 10, flanqueadas por dos patrullas de la Policía Federal; dos Suburban del Ejército y un par de vehículos artillados con fusiles calibre 50, iban a la retaguardia del convoy que custodió al mandatario.

 

Insolación corta festejos

 

Tal como estaba el protocolo, se estimaba que la inauguración de la base militar en Coahuila fungiera como un festejo tras la captura del legendario capo, los representes de los tres poderes destacarían la fuerza del Estado y la coordinación institucional en la estrategia contra el narcotráfico. Pero algo salió mal.

 

Al ser Día de la Bandera, en el evento organizado por la Sedena participaron además las escoltas de la Marina, Fuerza Aérea y Ejército, más de seis escuelas, con sus abanderados fueron invitados.

 

Uno a uno fueron cayendo. Al borde del desmayo causado por la insolación, los niños, que fueron citados cuatro horas antes del arribo del Presidente, soportaron las altas temperaturas de Coahuila hasta que ya no pudieron más, uno a uno, dejaba su lugar en la escolta.

 

Al menos siete infantes fueron llevados por militares dentro del cuartel para ser atendidos. Eso causó que se modificará el protocolo: sólo habló el gobernador de Coahuila, Rubén Moreira; el titular de Sedena, Salvador Cienfuegos, y el presidente.
En menos de una hora el evento culminó, ante todo el séquito encargado de la seguridad del país, Peña Nieto apresuró su discurso y dijo que la captura de El Chapo no es un triunfo y expuso su estrategia de seguridad: coordinación, la palabra clave.
A su regreso a la Ciudad de México, el mandatario fue abordado por la presa, cuestionado sobre la posible extradición de Joaquín Guzmán, Peña se empeñó en dejarlo en innombrable: “sólo lo que ya dije, sobre ese tema, todo a su tiempo” y abordó un helicóptero con destino a Los Pinos.