Después de que el empresario argentino Carlos Ahumada diera revelara que inició los trámites para que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) le pague más de 200 millones de pesos, este martes compartió un par de cartas que muestra cómo realizó las paces con Diego Fernández de Cevallos.
La primera carta , compartida a Radio Fórmula, Fernández de Cevallos se dirige a Ahumada y está fechada el 7 de enero de 2013.
“Estimado Carlos, además de agradecerte las atenciones que tuviste para mí durante nuestro encuentro casual en Buenos Aires hace unos días, y de la oportunidad que tenemos el día de hoy de volvernos a ver en la Ciudad de México.
Considero que es imperativo de justicia y por apego a la verdad, reconocer por tu parte que durante tu cautiverio, y más allá de las venganzas políticas del que fuiste objeto, hay dos verdades incuestionables.
Primera, que fui leal contigo, que cumplí mi palabra y que a ti y a tu entonces esposa les apoyé en la medida de mis capacidades; muchas cartas tuyas y de ella, así lo acreditan.
Segunda, que lo que dices de mí en tu libro hoy no lo ratificas. Carlos sabes bien que si algún día puedo servirte, no dudaré en hacerlo. Afectuosamente”.
La respuesta del empresario se dio el 11 de enero y expresa lo siguiente.
“Estimado Diego, te agradezco infinitamente la invitación que me hiciste para comer el pasado lunes en Cuchillerías, realmente pasé una tarde muy agradable y sobre todo esas tres horas de intensa plática que sostuvimos los dos solos ayudaron a aclarar varias dudas e incógnitas que tenía con respecto al compromiso realizado entre nosotros dos si yo denunciaba.
Como lo hice ante las autoridades federales los actos de extorsión de los cuales estaba siendo objeto en los últimos años, concretamente del 2001 al 2003 por parte del Gobierno de López Obrador, y lo que pasó durante los mil 131 días que me privaron de mi libertad.
Lamento enormemente que esta charla no la hayamos tenido mucho antes.
De haberlo hecho, señaló, seguramente en mi libro Derecho de Réplica no existirían algunas imprecisiones e inexactitudes relacionadas contigo.
Te pido una disculpa por ellas, te reitero que no lo hice de mala fe, sino únicamente con la ayuda de mi lejana memoria, sin tener la oportunidad de confrontarlas contigo; con todas las personas que si pude así lo hice, sin embargo, después de todo lo hablado recientemente, reitero en lo general todos los hechos que narro en mi libro.
Una vez más mil gracias por las palabras que me dices en la carta que me entregaste ese día y sobre todo por la oportunidad que me brindaste de poder seguir aclarando ese periodo tan terrible de mi vida como fueron esos mil 131 días. Espero haber cumplido con esta carta con tu petición.”