LONDRES. La prevención y tratamiento de las drogas es clave para rebajar el coste económico y social derivado de su uso indebido, según el informe anual de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) presentado hoy en Londres.

 

El documento de 2013 dedica una atención particular a las consecuencias financieras del consumo inadecuado de las drogas, “que no tenga un fin médico o científico”, un asunto que el presidente de la JIFE, Raymond Yans, consideró “muy adecuado” en tiempos de austeridad.

 

En ese sentido, el belga declaró en una conferencia de prensa que “sólo uno de cada seis consumidores de drogas de todo el mundo -unos 4.5 millones de personas recibe el tratamiento que precisa a un coste global de unos 35 mil millones de dólares (42 mil 508 millones de euros)”.

 

La JIFE, el órgano de la ONU que vela por el cumplimiento de los acuerdos internacionales sobre drogas, resalta que la heroína,  la mariguana y la cocaína son las drogas más consumidas por las personas que se someten a tratamiento en todo el globo.

 

Invertir en su prevención y tratamiento supone “una inversión sensata”, que derivará en ahorros significativos en materia sanitaria y costes relacionados con el delito, además de aliviar el sufrimiento de los drogodependientes y sus familiares, señala el informe.

 

“Por cada dólar gastado en prevención, el Gobierno se puede ahorrar hasta diez dólares en costes posteriores”, indicó Yans.

 

Si bien los costes varían según las distintas regiones, la JIFE instó a los gobiernos de todo el mundo a incorporar políticas contra el tráfico de drogas en sus programas nacionales.

 

El documento revela “disparidades enormes a nivel regional” y así detectó que en África sólo uno de 18 drogadictos recibe tratamiento mientras solo uno de cada once se trata en Latinoamérica, el Caribe y sureste de Europa, y uno de cada tres lo hace en Norteamérica.

 

Otro de sus capítulos alerta contra el abuso de los fármacos recetados bajo prescripción médica, que suponen una “amenaza importante” y que en algunos países supera los índices de las drogas ilegales.

 

Ese tipo de fármacos son “una amenaza grave y creciente en Norteamérica”, subrayó Yans en la presentación.

 

Erradicar el abuso de esos fármacos solo puede lograrse, según esto, abordando la raíz del problema, como su excesivo suministro o la abundancia de prescripciones médicas y ausencia de control a la hora de expedirlas.

 

En cuanto a las tendencias detectadas por regiones, la JIFE destaca los números “sin precedentes” de las llamadas sustancias psicoactivas (NPS, en inglés), un “enorme desafío” en Europa y también en países en vías en desarrollo.

 

Esas sustancias suponen un fenómeno emergente de drogas en Europa del Este y el sureste europeo, donde llegan procedentes de Asia.

 

Centroamérica y el Caribe siguen estando afectados por los altos niveles de delitos relacionados con las drogas y el tráfico de estas sustancias mientras que la fabricación ilícita a gran escala de la metanfetamina supone una grave preocupación, según el informe.

 

Esa región sigue siendo una ruta de tránsito de droga significativa hacia Norteamérica y Europa y se estima que más del 90 por ciento de la cocaína traficada a EU proviene de Colombia y transita por México y Centroamérica.

 

Sobre los recientes avances para legalizar la mariguana para uso recreativo en la Américas, en Colorado y Washington (EU) y en Uruguay, el informe subraya que siguen siendo motivo de “preocupación”.

 

En cuento a Afganistán, la JIFE observa que la superficie de cultivo de la adormidera para extraer opio y heroína creció en un 36 por ciento hasta las 209 mil hectáreas en 2013 y que esa cifra y la de producción de opio, unas 5 mil 500 toneladas, suponen marcas récord.

 

 

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