Seattle es una ciudad deliciosa. Para muchos tal vez se trata de una ciudad en la que nunca deja de llover o está continuamente esta nublada. Sin embargo, es una urbe que combina lo relajado de la costa Noroeste y la apreciación por los ingredientes de la región, aunado a habitantes que, a pesar de morar en una ciudad de buen tamaño, aún así conservan un personalidad que se caracteriza por su actitud llena de hospitalidad y ganas de asegurarse que los visitantes tengan una experiencia memorable.
Tengo una sola tarde en la ciudad y quiero aprovecharla al máximo. Uno de mis antojos siempre que voy a alguna ciudad con oferta de productos de mar, es encontrar en donde puedo degustar una amplia selección de ostiones. A pesar de la diversidad gastronómica de la ciudad de México, parecería imposible probar una amplia variedad de ostiones.
La tarde empieza buscando el mejor lugar para probar una amplia selección. Después de una investigación a conciencia, encontramos el Brooklyn Seafood Steak and Oyster Bar, en donde además de ofrecer una gran gama de ostiones, trabajan mano a mano con pequeños productores, asegurando durante todo el año, una amplia selección. Ahí, en una gran charola frente a mi, encuentro 13 distintas variedades de ostiones. Unas están más dulces, otras saladas y otras me recuerdan a pepinos y hierbas frescas. Mientras pruebo la amplia variedad, platico con un Mexicano, oriundo de Michoacán. Me cuenta que cuando lavaba platos, le encantaban los ostiones. Hoy en día me dice que cuando llega a casa es lo último que se le antoja. Aún así, es evidente el conocimiento y el cuidado que tiene cuando se trata de preparar los ostiones. Dice que a media tarde, cuando la gente llega a comer ostiones y aprovechar la hora feliz, pierde la cuenta de cuántos ostiones abre, sin embargo, lo que es cierto es que la calidad y oferta siempre se mantiene igual en este lugar, en donde los pequeños productores tienen un espacio para mostrar lo frutos de su cultivo. Cada pequeño bocado trae consigo una delicia de sabor.
Después, nos encaminamos a la parte Norte de la ciudad, al restaurante The Whale Wins. Recientemente este restaurante fue nombrado por la revista Bon Appetit como uno de los 10 mejores restaurantes más nuevos de los Estados Unidos. Liderado por la Chef Renee Erickson, quien a través de sus diversos restaurantes, ha mostrado que no solo se trata de ofrecer una experiencia gourmet, sino que esta experiencia cada vez más está centrada en ofertas sin pretensiones en donde los ingredientes pueden brillar por si solos. La idea del lugar es pedir al centro y que todos los invitados pueda probar un poco de todo.
Así, empezamos la comida con unas aceitunas gorditas llenas de sabor. Después llega a la mesa un pulpo ahumado acompañado de crujientes berros que le dan un sabor fenomenal. A continuación llegan las sardinas preparadas sobre un crujiente trozo de pan, acompañado de bulbo de hinojo. Después llegan unas almejas preparadas con merguez (salchicha común en el norte de África) y cebollitas. Después de plato fuerte pruebo una tartar de cordero y tuétano preparado verduras encurtidas.
Finamente es evidente que al igual que en algún momento el “pork belly” (tocino grueso) estuvo de moda, hoy en día el tuétano está teniendo un regreso al estrellato. Y así fue, cocinado a perfección y acompañado con un unas gotas de sal local, hicieron que este platillo fuera más allá del típico sabor de este ingrediente.
Para acompañar el lugar ofrece una amplia selección de vinos de todas partes del mundo. Sin embargo, algo que me sorprendió es la limitada selección de vinos de la región. Al preguntarle a uno de los meseros sobre este tema, parecería que es todo un misterio hasta para los empleados saber porqué no sirven vino local. Sin duda es una paradoja que cuando un restaurante se ostenta como un lugar que se enfoca en el producto local, no ofrezca vinos elaborados en la región. ¿Será el mercado que no está dispuesto a pagar más por vinos locales? ¿ Será la chef obsesionada por los vinos extranjeros? No se cuál será la respuesta, pero lo que es cierto es que en un lugar tan típico de la región, me hizo falta probar más vinos de Washington. Desconozco la respuesta, pero lo que es claro es que faltarían más vinos locales en la carta.
Espero que tengas un fabuloso día y recuerda, ¡hay que buscar el sabor de la vida!