SIMFEROPOL, Ucrania. Lo que derivó del derrocamiento del presidente ucranio, Víctor Yanukóvich y de la ascensión de Sergio Axiónov al frente de congreso de Crimea (autonomía de Ucrania), fue un fenómeno similar a la ley de la gravedad: si Crimea es habitada por la mayoría rusa (58%), lo que sigue es armar un tinglado cuasi democrático para justificar su anexión a Rusia.

 

Legisladores rusos presentaban una iniciativa de ley para facilitar el acto de entrega. Es casi seguro que la mano del presidente ruso Vladimir Putin está detrás de la dramática medida, pero no está claro si está intentando conseguir una anexión de manera absoluta o simplemente fortaleciendo su posición en las negociaciones con occidente.

 

La respuesta de Occidente fue menos contundente: La Unión Europea anunció medidas de castigo limitadas contra el gobierno de Putin —incluida la suspensión de negociaciones sobre comercio y visas— y Estados Unidos dijo que estaba imponiendo restricciones de viaje a adversarios del nuevo gobierno ucraniano. Ambos estaban discutiendo mayores sanciones.

 

El Parlamento de Crimea embistió con el equivalente de una declaración de independencia de Ucrania, anunciando que permitiría que los crimeos decidan si quieren convertirse en parte del gigante vecino del oriente.

 

“Ésta es nuestra respuesta al desorden y la anarquía en Kiev”, dijo Serguei Shuvainikov, un miembro de la Legislatura local de Crimea. “Nosotros mismos decidiremos nuestro futuro”.

 

El primer ministro ucraniano denunció velozmente la acción: “Este llamado referendo no tiene ninguna base legal”, dijo Arseniy Yatsenyuk.

 

Mientras la Unión Europea realizaba una reunión de emergencia en Bruselas, un diplomático occidental de alto rango, quien pidió no ser identificado, prometió que líderes de la UE “enviarán un mensaje claro de que no será reconocido el referéndum”.

 

Pero el castigo anunciado más tarde parecía más simbólico que sustancial: Herman Van Rompuy, presidente de la UE, declaró que el bloque estaba suspendiendo las negociaciones con Rusia sobre un pacto económico de alcance amplio y sobre un acuerdo de visa, y que se considerarían medidas adicionales si Rusia no abre rápidamente un diálogo significativo.

 

“No van a estar satisfechos todos con la decisión, pero debo decir que realizamos mucho más juntos de lo que uno hubiera esperado hace varias horas”, comentó el primer ministro polaco Donald Tusk.

 

En Moscú, un miembro prominente del Parlamento ruso, Serguei Mironov, dijo que presentó una iniciativa de ley para simplificar el procedimiento para que Crimea se una a Rusia y que podría ser aprobada tan pronto como la próxima semana. Otro legislador de alto rango, Leonid Slutsky, señaló que el Parlamento podría considerar tal moción después del referendo.

 

El martes, el presidente Vladimir Putin señaló que Rusia no tenía intención de anexar Crimea, mientras que insistió en que sus residentes tenían el derecho de determinar el estatus de la región en un referéndum. Un voto popular daría a Putin una cobertura de democracia en lo que sería en los hechos un apoderamiento formal; aunque es muy pronto para decir si tal movimiento seguiría adelante. El presidente ruso convocó el jueves a una reunión de su Consejo de Seguridad para discutir el asunto de Ucrania.

 

Ya se había agendado un referendo en Crimea para el 30 de marzo, pero la pregunta a los votantes era si su región debía gozar del estatus de “estado autónomo” dentro de Ucrania. (Con información de AP)