Las aceras están vacías en la avenida Álvaro Obregón. Los restaurantes y tiendas de objetos de recuerdos y artesanías ubicadas en la alguna vez popular calle principal están destrozados y cerrados. El anuncio frente a un bar de karaoke abandonado está ahora desvencijado, marcado con la imagen en grafiti de tres tumbas.
Los miles de estudiantes universitarios estadunidenses que inundaban el lugar en sus vacaciones de primavera desde los balnearios de Texas ya no vienen más. La guerra por el mercado de drogas los alejó, dejando un vacío de turismo en una ciudad que hace años se rindió en enfocarse en esas multitudes.
Sin embargo, en medio de un incremento del turismo estadunidense a México en los últimos tres años, comunidades a lo largo del Río Bravo ven el potencial de recuperar parte de los turistas y revitalizar una industria que ha permanecido inactiva desde que estalló la violencia de las organizaciones de narcotráfico.
En Matamoros, un nuevo director de Turismo invierte dos millones de dólares para atraer visitantes mexicanos en abril durante la Semana Santa, con la intención de implementar un plan similar el próximo año que se enfocará en los estudiantes vacacionistas estadunidenses que acuden en masa a la Isla del Padre, en Texas.
Julio Mejía, director de Turismo desde diciembre, dijo que estaban acostumbrados a ver olas de gente en la avenida principal, pero agregó que la zona no se ha promocionado debidamente.
Matamoros planea abrir un parque acuático para niños y construir un muelle en la playa Costa Azul para atraer turistas de los cercanos estados de Coahuila y Nuevo León.
Se desarrollará posteriormente un plan más detallado para atraer turistas estadunidenses el próximo año, pero una parte esencial de la misión será trabajar con empresarios para que reabran sus restaurantes y bares.
La ciudad atrajo previamente a miles de estudiantes estadunidenses en vacaciones de primavera desde la Isla del Padre South para la llamada “Vacación de dos naciones”, pero la cifra de esos visitantes comenzaron a disminuir en 2005 conforme la violencia relacionada con las drogas comenzó a aparecer en los noticieros internacionales y las autoridades de Estados Unidos comenzaron a emitir advertencias sobre los viajes al norte de México.
Para 2010 era raro ver un vacacionista estadounidense en el distrito turístico de la ciudad.
Aunque se ha mitigado la violencia en algunas ciudades fronterizas, los estudiantes vacacionistas siguen renuentes a arriesgarse este año.
David Lynch, un estudiante de último año de la Universidad del Este de Kentucky de visita esta semana en la Isla del Padre, dice que aún ve que hay demasiadas noticias sobre la violencia en México y que “no cruzará a México”.
Este sentir hace eco de lo que es claro en las estadísticas: mientras más estadounidenses regresan a destinos populares como la Ciudad de México, Cancún y Los Cabos, las comunidades fronterizas siguen esperando.
La Secretaría de Turismo de México reporta un incremento de 9% en el turismo estadounidense en 2013, pero en la frontera ha bajado constantemente, de 10 millones de visitantes en 2011 a 9,5 millones el año pasado