NUEVA YORK. Hay quien alguna vez se ha sentido atrapado en una gran rueda para hámsteres. Los artistas del performance Ward Shelley y Alex Schweder saben perfectamente lo que es eso.
Ambos decidieron pasar 10 días comiendo y durmiendo en una rueda gigante, cual si fueran hámsteres, para dejar algo en claro: es necesario trabajar en conjunto para superar los inconvenientes diarios.
“No estaba preparado para esto… quizá debí estarlo”, expresó Shelley desde lo alto de la rueda, mientras uno de sus pies salía por un lado de la estructura de madera y metal que alcanza 7.62 metros de alto.
Un movimiento equivocado suyo o de su compañero y ambos corren el peligro de caer.
Colocados cada cual a un extremo de la rueda, los dos “hámsteres humanos” deben coordinar cuidadosamente sus movimientos.
Si uno de ellos camina, el otro debe hacerlo en la dirección opuesta. Si uno para, el otro también debe parar.
“Realmente se trata de una exploración de lo que implica la colaboración”, expresó Schweder desde la seguridad relativa de la parte interior y más baja de la rueda. “Es la exploración de la confianza entre dos personas”.
Su actuación en vivo llamada “En órbita” concluirá el domingo en The Boiler, un espacio de la galería Pierogi en la sección de Williamsburg, en Brooklyn.
Algunos curiosos han venido a mirar el espectáculo, que parece más naturaleza muerta que poesía en movimiento.
Durante una visita reciente, Shelley y Schweder movieron la rueda por algunos segundos.
Construida por ellos mismos, la rueda de 18.29 metros de circunferencia está equipada con todo lo que necesitan: camas angostas, sillas, escritorios, refrigerador, una cocina rudimentaria (en la que han preparado tortillas y salchichas) y un baño químico (con una pantalla para la privacidad), todo afianzado.
Incluso utilizan un arnés de seguridad.
“Vivimos en una gran rueda que es esencialmente un apartamento de dos recámaras”, dijo Schweder.
“Dormir es un tipo de refugio”, afirmó Shelley. “Existe una presión psicológica de aquí estar en esta cosa, así que cuando uno se va a dormir es fácil mantenerse ahí”.
Ambos sabían que la vida en la rueda sería difícil e intentan mantener la solidez mental hasta que puedan descender de nuevo a tierra firme.
“Diez días es un número que se puede tener en mente y llevar la cuenta regresiva”, expresó Shelley. “Es como si le indican a uno que se mantenga en el rincón cuando se es niño”.