Lo que sucede hoy a la franquicia de Gallos Blancos es sólo la punta de una muy, pero muy larga cola de problemas, traslados, modificaciones, cambios y dificultades para un proyecto de equipo del máximo circuito en la ciudad.
La intervención del Sistema de Administración y Enajenación de Bienes antes de que la Federación Mexicana de Futbol piense en la desafiliación o descender la franquicia pronto será contada como una anécdota más en un equipo que más que gallo parece alma errante en busca de resguardo.
Eso es hoy Querétaro, aquel equipo riñonudo que en la década de los 50 tenía a sus auténticos Gallos Blancos en la Segunda División, los mismos que nunca pudieron conseguir el ascenso al máximo circuito y que terminaron mutando en los que después de conocería como Estudiantes de Querétaro, para la década de los 70 (también siempre en Segunda División) y más tarde el primer equipo queretano en jugar en la Primera División: Atletas Campesinos. Ni siquiera existía el estadio Corregidora y la plaza pareció dar aviso de su carácter errante cuando, dos campañas después, Atletas Campesinos fue desaparecido de Querétaro, para aparecer en Tampico, práctica común en el futbol mexicano.
Apenas fue el principio para una plaza tormentosa. Polémica desde la final que protagonizaron ahí América y Pumas en el torneo 1984-85, bajo uno de los arbitrajes más tendenciosos de la historia del futbol mexicano, que terminó con la coronación de los emplumados. Más tormentosa aún cuando en un nuevo intento por tener futbol en la primera categoría se hizo el intento de incrustar en el público queretano el gusto por un extravagante club llamado las Cobras de Querétaro, mejor conocido como las “Sobras del América”.
Por supuesto Cobras descendió y desapareció de Querétaro para el final de la década. El Atlante se mudó ahí en la temporada 89-90 y terminó, adivinó usted, en el descenso.
Los 90 abrieron un nuevo camino para la plaza, vestiría de azul y negro, pero en 1994, todo se había ido al descenso. Entonces llegó una nueva mutación: TM Gallos Blancos porque ahora la franquicia venía comprada al Tampico Madero, y descendió un año después del intento.
Y la historia no fue distinta en el nuevo milenio. 2002 fue la fecha para que el cascaron arrojó a los nuevos emplumados; por supuesto, no gracias al mérito deportivo, sino a otra compra de franquicia, ahora la de los Reboceros de la Piedad, un gusto que duró apenas un par de años, hasta su simple y llana desaparición, debido a la presunción de que había ahí dinero del narcotráfico.
Un año después, a golpe de chequera, como desarticulada ave Fénix, nacieron unos nuevos Gallos, ahora, gracias a la venta del Zacatepec. Estos plumíferos lograron el ascenso en el Apertura 2008, y parecía que se encarrilaban, por fin, a una época más larga. Incluso tuvieron su incursión más exitosa en una Liguilla con José Saturnino Cardozo como técnico, quien en el Apertura 2011 los metió a semifinales, luego de echar a Chivas en cuartos. Fue lo mejor de Gallos, condenados al descenso al final del Clausura 2013, pero resucitados gracias a la metamorfosis que dejó la compra de Jaguares al que mutaron para un nuevo Gallos Blancos, con el respaldo de una empresa como Oceanografía, en apariencia más que solvente… en apariencia, como ha sido la historia del futbol en Querétaro, donde aparentemente hoy tienen equipo, porque mañana, ya Dios… o más bien dicho, el Sistema de Administración y Enajenación de Bienes, vía la Femexfut, dirá…