Domingo 2 de Marzo. Día para recordar en la era de Internet. Ellen Degeneres, anfitriona de la ceremonia de los premios Óscar se toma una fotografía con el teléfono celular, al lado de algunas de las personalidades más destacadas que asistieron al evento, Brad Pitt, Jared Leto, Jennifer Lawrence, y hasta el “colado”, Kevin Spacey, entre ellos. Inmediatamente la publica en Twitter y pide a toda la audiencia que mira el evento por televisión, que la compartan o hagan “retuit”. Acto seguido, el fenómeno: la red Twitter “se cae” por la cantidad de mensajes que han seguido al pie de la letra la petición de Degeneres.

 

El evento es muy significativo por varias razones: la primera, el gran poder de convocatoria; la segunda, la realidad del llamado en la industria digital ”cross screen usage”, es decir, audiencias que simultáneamente miran dos o más pantallas, en este caso un teléfono móvil, y una televisión. La tercera, motivo de esta columna, la explosión de un nuevo capítulo en la era del narcisismo en Internet.

 

Degeneres no fue el primer selfie de un famoso en la era de Internet. Semanas antes, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, protagonizó el que quizá fue el evento que puso la palabra selfie en boca de medio mundo, al tomarse una fotografía con la Primer Ministro de Dinamarca, cuyo impacto, curiosamente, no vino necesariamente por la foto en sí, sino por la imagen de su esposa Michelle, quien parecía estar viviendo un momento muy incómodo al ver a su esposo divirtiéndose con otra mujer.

 

Lo que sí ocurrió a partir del evento que premia a lo más destacado del cine, fue una serie de réplicas sobre el divertido acontecimiento. El selfie se puso de moda. Lo vimos en México en grupos editoriales que publicaron la imagen de su director junto a miembros de su redacción, por ejemplo, o al lado de políticos como Cuauhtémoc Cárdenas, y en muchos otros lugares alrededor del mundo con celebridades como Paris Hilton, Kim Kardashian, y otros. ¿Por qué? La respuesta es simple, pero no tan evidente: El selfie es la expresión misma del narcisismo digital.

 

Mientras más narcisista eres, más intenso es tu uso de las redes sociales, dice Tomas Chamorro-Premuzic, un profesor de psicología de los negocios en el University College London. Y también, aclara, no todos los usuarios de redes sociales son narcisistas, de hecho en su opinión, son los menos, pero el discurso está dominado por aquellos. Estudios publicados por el diario especializado “Personality and Individual Differences”, muestran que el número de actualizaciones en el estatus de las redes sociales, selfies, “check-ins”, seguidores, y amigos, están directamente relacionados con el nivel de narcisismo de la persona. La aceptación de extraños en las redes sociales, particularmente cuando estos son atractivos, se detona de la necesidad de construir una imagen deseable, muchas veces poco realista, de sí mismo, dice el reporte.

 

El narcisismo siempre ha estado en los medios, pero es en la era digital cuando ha explotado de forma exponencial. La TV creó comedias de situación o novelas que permitieran a una sociedad proyectar sus aspiraciones (sí, aquí sirve el mexicanísimo cliché de la empleada doméstica que se convierte en la señora de la casa), para posteriormente, “regalarnos” los reality shows, experimentos bizarros que nos mostraban gente como nosotros, con todo y defectos incluidos. Ahora, en la era digital, hemos pasado del sueño de volvernos músicos de MySpace, a la maravilla de poder crear tu propio canal en YouTube, y a la pasarela de Facebook que muestra quién se es, con quién se relaciona, a dónde va, etc., y busca esa aprobación, exclamación o admiración externa, entre otros. La última expresión de un narcisismo para el que no sabemos qué sigue, es el selfie.