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PESQUERA DEL DUERO.- “Al vino hay que soñarlo”, dice José Moro mientras aspira y juega en copa los matices y las esencias de uno de sus vinos, expresión de una de las regiones icono de España y manifiesto de una tradición familiar que reitera el apego a la tierra, el vínculo con el viñedo, sus raíces: acto manifiesto desde la imagen misma de Emilio Moro, el fundador de la empresa, junto a su familia y a la vid que es madre honorífica, mítica, ideal, de ese trabajo y esos valores que hoy definen esta bodega que en 2014 expone retos como el incremento de ventas al exterior del 50% de su producción, frente al 30% que actualmente alcanza.

 

“El vino es un arte que si se sabe escuchar nos habla, nos dice cuando necesita un trasiego, cuando reposar. Es como un ser vivo que hay que entender, atender y mimar”, decía Emilio Moro.

 

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