LA HABANA. Antes de la reapertura de las conversaciones en el Palacio de las Convenciones de La Habana, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) calificaron de “absurda” la decisión del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, de aceptar la destitución de Gustavo Petro, alcalde de Bogotá y político de izquierda.

 

“Deploramos la absurda decisión política del presidente que toma la alcaldía de Bogotá en un verdadero golpe de mano” afirmó Iván Márquez, jefe de la delegación de las FARC en las conversaciones.

 

Agregó que “este acontecimiento… genera un impacto muy negativo en la mesa de conversaciones, afecta de manera grave la confianza… introduce muchas dudas… en torno a lo que se está aprobando”.

 

Márquez respondió a preguntas de periodistas poco antes de entrar a la sala en la que junto a la delegación del gobierno de Santos retomaron el diálogo tras un receso de más de 15 días.

 

Santos ratificó en Bogotá la remoción de Petro desoyendo medidas de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que beneficiaban al ahora exalcalde, en una decisión que deja al gobernante distrital definitivamente fuera del cargo.

 

La suerte de Petro ha estado en vilo desde diciembre cuando la Procuraduría General dictó su destitución y le prohibió hace política por 15 años por cambiar por decreto en 2012 el sistema de recolección de basura de Bogotá.

 

Según el comandante Márquez, cuyo nombre legal es Luciano Marín Arango, la decisión de Santos “plantea muchas dudas e interrogantes en torno a la eficacia de lo acordado parcialmente en torno al tema de la participación política… no puede lograrse ese propósito con este tipo de conducta y decisiones que no favorecen la democracia”.

 

Petro es un exsenador de 53 años con un pasado de militancia en la ya pacificada guerrilla Movimiento 19 de Abril (M-19).

 

Las partes dialogan en Cuba desde noviembre de 2012 sobre una agenda previamente acordada de seis puntos de los cuales ya avanzaron en dos: la participación política y los problemas agrarios.

 

Auspiciadas por Cuba, Noruega, Chile y Venezuela, las conversaciones podrían desactivar cinco décadas de conflicto armado entre las FARC y el gobierno colombiano.