MADRID. El ex presidente del gobierno español Adolfo Suárez, figura decisiva en la transición a la democracia, agoniza en una clínica de Madrid debido al empeoramiento de su estado de salud, lo que llevó a su hijo a informar de que “el desenlace es inminente“.
Suárez, de 81 años, presidió el gobierno entre julio de 1976 y febrero de 1981 y su gestión permitió al país dejar atrás la dictadura franquista y adentrarse en la vía democrática.
El ex presidente ingresó el pasado día 17 en una clínica de Madrid con un problema respiratorio relacionado con la enfermedad de Alzheimer que padece desde hace años.
Aunque mejoró de la neumonía, su estado general empeoró y llevó a su hijo Adolfo Suárez Illana a comparecer ante la prensa para dar a conocer la irreversible situación.
“Estamos en manos de Dios. Es inminente. El horizonte temporal que nos planteamos no supera las 48 horas” dijo Suárez Illana, quien previamente había informado al rey Juan Carlos y al actual jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy.
La enfermedad neurodegenerativa que Suárez padece desde hace años “ha avanzado mucho” en estas últimas jornadas, sin posibilidad de recuperación.
Suárez Illana subrayó que su padre protagonizó junto al rey Juan Carlos un momento único de la historia de España, en referencia a la transición democrática.
“Sin su ayuda España no habría volado nunca ni tan alto ni tan lejos”, añadió.
Suárez llegó a la presidencia del gobierno en 1976, designado por el rey Juan Carlos, y empezó a desmontar el engranaje de la dictadura de Francisco Franco (1939-75), aunque su mandato coincidió con los años más duros en materia de terrorismo y con las dificultades económicas del país, con altas tasas de desempleo e inflación y necesitado de reformas.
Los frecuentes asesinatos de carácter político por parte de la organización terrorista vasca ETA y otros grupos extremistas hacían que la gestión política estuviera sometida a fuerte tensión.
En este contexto Suárez procedió a aprobar la libertad de expresión y a legalizar los partidos políticos, incluido el comunista, lo que generó un fuerte malestar en un sector de los militares, que habían servido al régimen franquista.
El expresidente, que había tenido cargos relevantes en ese régimen, supo manejar los tiempos y la coyuntura, a pesar de la crisis económica y los rumores frecuentes de intentonas golpistas.
Con la Unión de Centro Democrático (UCD) ganó las elecciones de 1977 y 1979 y se puso al frente del consenso que dio origen a la Constitución de 1978, actualmente en vigor.
En este período UCD sufrió una descomposición fuerte que forzó a Suárez a dejar la presidencia del Ejecutivo en enero de 1981, poco antes del intento de golpe de Estado del 23 de febrero con la irrupción de guardias civiles y militares en el Congreso durante la sesión de investidura de su sucesor, Leopoldo Calvo-Sotelo.
De su discurso de renuncia, que fue emitido por televisión, se recuerda que Suarez explicó que no quería que la democracia fuera “un paréntesis” en la historia de España, lo que siempre dio pie a cábalas acerca de si había sido forzado de algún modo a dejar el cargo.
La división interna de UCD se agudizó y llevó a su hundimiento en las elecciones de 1982, en las que los socialistas de Felipe González consiguieron una amplia mayoría absoluta.
Ya para entonces Suárez había dejado UCD y fundado el Centro Democrático y Social (CDS) y, aunque volvió a ser diputado, los malos resultados obtenidos en unos comicios locales en 1991 le llevaron a dejar la política.
La noticia de su agonía centra el interés de todos los medios de comunicación en España y empezó a generar mensajes de solidaridad en la clase política, consciente del papel relevante que el expresidente tuvo en el desarrollo de la democracia en España.