“Lo más importante es el servicio y después… la cuenta”. Así lo aseveró la gerente de el restaurante El Diez Santa Fe, después de comentarle que había tenido una experiencia terrible en su restaurante. A su vez, en contrasentido a su firme aseveración, cobraba la totalidad de la cuenta y no hacía nada más allá de ofrecer una tibia disculpa y pedirnos nuestra visita otro día. Hoy en día está de moda, tener frases que suenan fabulosamente, pero que se convierten en palabras huecas cuando uno no puede aterrizarlas.
Muchas veces me he puesto a pensar en lo difícil que puede resultar mantener la lealtad de un cliente, sobre todo cuando las cosas salen mal. Sin embargo he tenido experiencias en donde en lugar de quedarme con el mal trago de boca, he salido contenta porque el establecimiento encontró la manera de reconocer y realizar un gesto con el objetivo de reparar el rato desagradable.