Días antes de que el disparo de un revolver Taurus acabará con su vida, Luis Donaldo Colosio sabía que algo andaba mal. Preocupado, y con una sensación de soledad, se preguntaba: “¿Qué le hice al presidente Salinas?”.
El candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia sentía que cada día perdía el respaldo del mandatario. Previo al suceso en Lomas Taurinas, que cimbró al país aquél 23 de marzo, varios de sus más cercanos colaboradores escucharon frases que demostraban la intranquilidad del político sonorense.
Lealtad inquebrantable
Colosio, según las declaraciones recabadas por la Dirección Federal de Seguridad y contenidas en un expediente desclasificado de la Procuraduría General de la República (PGR), en su etapa de secretario de Desarrollo Social mantuvo una inquebrantable lealtad a Salinas.
Cuando se le mencionaba como presidenciable junto a Pedro Aspe, entonces secretario de Hacienda, y Manuel Camacho, regente del Distrito Federal, Luis Donaldo guardaba un respeto a la investidura presidencial al estilo de la vieja guardia priista.
Al oficializarse su candidatura, el 28 de noviembre de 1993, cambió la situación: dejó de ser un subordinado. El jefe de su escolta, Domiro García, fue el primero en notarlo: “dejó de ser una relación de subordinación jerárquico-administrativa, para transformarse paulatinamente en una relación entre candidato y presidente saliente”.
El primer roce con Salinas fue durante el inició de campaña: Luis Donaldo pensaba arrancar su proselitismo en una comunidad de la costa chiapaneca, sin embargo, el levantamiento zapatista del primero de enero de 1994 modificó el panorama.
Carlos Salinas pidió que eligiera otro estado para comenzar su campaña porque “los combates entre el ejército y la guerrerilla son reales”, según declaraciones del propio ex presidente, quien le advirtió el riesgo de adentrarse en una zona de conflicto armado.
Colosio hizo caso a la recomendación y buscó otra entidad con características de marginación similares a las de Chiapas, el municipio elegido fue Huejutla, Hidalgo.
Inicia la desobediencia
Días después, el presidente le solicitó que retrasara su inició de campaña, eran los primeros días del surgimiento del EZLN y la estabilidad del país estaba en vilo, pero Colosio se fue por la libre y comunicó a su equipo de campaña que la fecha para comenzar su carrera por la Presidencia no se modificaba.
La desobediencia desencadenó el primer signo de que el presidente y el candidato tomaron su distancia: el mismo día que Colosio arrancó su campaña, Manuel Camacho Solís era nombrado por la Presidencia como Comisionado para la Paz y la Reconciliación del conflicto de guerrilla.
Chiapas y el nombramiento de Camacho se convirtieron inmediatamente en el foco de atención, no sólo en el país, sino, en el mundo, y la campaña del candidato presidencial del PRI quedó relegada.
La repentina escalada de protagonismo mediático de Camacho Solís también molestó a Colosio, pesaba que éste tenía la “atención mediática pero no las soluciones”, según declaraciones de sus más cercanos colaboradores, el candidato priista tenía una propuesta de solución a la guerrilla, contenía cuatro puntos, pero Salinas no la tomó en cuenta.
Después del 10 de enero, cada domingo, el candidato visitó en Los Pinos en varias ocasiones al presidente, “ya era algo rutinario, las giras no abarcaban la provincia los fines de semana, y por ello, eran factibles esas reuniones”, declaró el mayor Germán González, de su cuerpo de seguridad.
Colosio llora y se decepciona
Como fueron pasando los días, la distancia se hizo mayor, las reuniones pasaron de acortadas a nulas, y para días antes de que muriera abatido en Lomas Taurinas, Colosio repetía: “por qué me hace esto el presidente Salinas”.
Rafael Reséndiz, uno de sus allegados, relató a la DFS una anécdota que da cuenta de la preocupación del candidato: “el domingo 13 de marzo encontrándose en su domicilio llegó el licenciado Colosio manifestándole nuevamente ‘por qué me hace esto el presidente Salinas’, esa idea le rondaba y le hizo cambiar su semblante.
La entereza del candidato demostrada en su emblemático discurso del seis de marzo, en una semana, cambio a un semblante de decepción y tristeza, reconocieron sus colaboradores.
El mismo Reséndiz confesó a la DFS que su círculo más cercano interpretó su angustia como “una falta de apoyo o descuido por parte del presidente Carlos Salinas de Gortari, quien le dio un espacio preponderante al licenciado Manuel Camacho Solis en contra de Luis Donaldo”.
Una semana antes de ser asesinado, los testimonios concluyen que Colosio “estaba muy mal anímicamente, abatido emocionalmente, tiste, atontado, como nunca antes lo había visto”.
El candidato confesó a su amiga, Dalia Fartuk, “que si se le seguían llevado la campaña así, iba a perder y que parecería y se veía que todo estaba enredado para que perdiera”.
En esa misma charla, Colosio lloró y le confesó: “viste lo que me hizo mi mejor amigo, el que me apoyó en toda mi carrera hasta ahorita en el puesto que estoy”.
Por ello, tuvo la idea de cambiar los puestos claves de su equipo, entre los que se encontraba Ernesto Zedillo, coordinador de campaña. Se lo comunicó al presidente, “sin precisarme el detalle de los mismos y era uno de los temas que íbamos a conversar en la cena de la etapa de su campaña en la que fue trágicamente asesinado”, señaló Salinas en su declaración.
Con tristeza y decepción por ver que su campaña carecía de apoyo, Colosio tenía previsto hacer cambios, sin embargo, la tarde del 23 de marzo de 1994, un disparo a la altura de la sien, cortó sus esperanzas de ganar la Presidencia.