Y el amarillo volvió a cegar, y en qué momento. América se acordó que su mayor virtud en los últimos dos años era dominar en los clásicos; porque ayer en el Omnilife toda la violencia se concentró en el rectángulo verde, con unas Águilas que aplastaron, maltrataron y maniataron a unas Chivas que abandonaron la zona de calificación, mientras que los emplumados volaron desde el séptimo lugar que ocupaban en la tabla hasta el cuarto lugar general.
Un salto así después de que no había ganado en siete partidos, en los que sumó cuatro derrotas, no habla muy bien del torneo mexicano. Lo cierto es que como están las cosas a estas alturas del torneo, sólo tres puntos separan a este flamante cuarto sitio del décimo al que cayeron las Chivas.
Un marcador escandaloso, provocado por la intensidad de los capitalinos y la genialidad de un Luis Gabriel Rey tan saltarín, que para los 15 minutos de partido ya ganaban 2-0 un duelo que les devolvió vida y credibilidad. Todo impulsado por Rubens Sambueza, en el nivel normal, pero apoyado por la efectividad tantas veces criticada a los artilleros amarillos.
Ayer, todos respondieron, Luis Gabrierl Rey con un doblete; primero, llegando exacto al centro de Sambueza para vencer a Toño Rodríguez, y cinco minutos después, aprovechando un regalo de Jair Pereira para sacar un disparo de postal que dejó sin posibilidad el elástico lance del arquero rojiblanco.
Doloroso para el aficionado rojiblanco, sobre todo porque Chivas tuvo las suyas, ya sea con un remate de Aldo de Nigris, demasiado tirado a la banda, y una más con un disparo de Giovani, ambas frustradas porque Moisés Muñoz se empeñó en impresionar al técnico nacional para pensarse lo del tercer portero.
Y es que a América le bastaron esos primeros 15 minutos para imponerse, para desesperar a unas Chivas que adolecen de un generador de futbol, que les pesó demasiado no poder contar con Omar Bravo y con Rafael Márquez, que cuando pasa el tiempo y sus integrantes fallan de forma tan increíble como el Chatón, la moral se va por el desagüe y el clásico fue más que nunca amarillo.
Clásico que catapulta a los amarillos, sobre todo cuando se les viene el clásico joven, el próximo sábado en el Azteca, ante Cruz Azul; porque América triunfo con autoridad, en un estadio que ha pisado cuatro veces en su historia y ha vencido en las últimas tres, porque un 4-0 nunca se había dado en la historia de los torneos cortos, y América se lo llevó, porque no es lo mismo amanecer agarrado con la uña a los puestos de calificación, que firme en el tercer puesto, listo a competirle al mejor equipo del certamen.
A Chivas le pesó todo. Su portero, Toño Rodríguez, regaló el tercero, ya en el segundo tiempo, y Raúl Jiménez dijo gracias; hasta Luis Ángel Mendoza, quien entró de recambio, pudo volver a celebrar para la causa capitalina.
Violento el marcador, en un intenso partido, donde deben ocurrir las acciones, porque en la tribuna la calma volvió, y cómo no, si lo que se vivió una semana antes en el Jalisco fue excesivo. Ayer en el Omnilife no hubo cupo para las barras, ni para la violencia; las precauciones se extremaron. Casi dos mil efectivos en las inmediaciones del estadio, tres retenes, al menos para entrar al recinto, y dentro del estadio: todo tranquilo.
Todo sucedió en la cancha. Chivas quedó maltrecho, fuera de la zona de los ocho primeros, América, catapultado, con un amarillo intenso que no se le veía, al menos desde comienzos de año.