Por más que le rogaron, Ricardo La Volpe no quiso ponerse la camiseta de las Chivas. Así es él, reacio siempre a entrar al juego de los medios, con los que siempre ha sostenido una relación de amor y odio. Llevaba su corbata roja de la buena suerte y una sonrisa grande. Dijo de entrada que él no llegaba a Chivas a salvarlos del descenso sino a ser campeones, que no va a cambiar nada y que depende de los jugadores llegar a la Liguilla. Y aclaró, ante el trato de casi leyenda del futbol que le estaban dando, que él está en la tierra y las Chivas en las estrellas.

 

“Chivas está en las estrellas porque es el equipo número uno”, dijo con esa humildad que pocos le creen.

 

Para ostentar el cargo que hoy posee, el entrenador debió congraciarse con su pasado y con uno de sus más grandes detractores, el dueño de las Chivas, Jorge Vergara. Años hace de las duras críticas del dirigente hacia su persona. Hoy, contrato de por medio, lo entiende y lo justifica.

 

“La diferencias fueron en un momento feliz de Guadalajara. Llevaban nueve jugadores a la Selección, lo problemático ahora es que no tenemos ningún jugador en Selección”, aseveró el entrenador, quien al final “sólo” llevó a seis elementos rojiblancos a esa justa mundialista.

 

Ahora, La Volpe  se enfoca en calificar a la Liguilla y para ello solicita la voluntad de sus pupilos: “No puede haber cambios rotundos ni inmediatos. Hoy dependo del corazón de los jugadores y su entrega en la cancha”, admitió.

 

“Calculo yo a 10 equipos que estamos a un partido de hacer bien las cosas para calificar (a la liguilla). Hoy depende más que nunca de los jugadores que del técnico; yo dependo de ellos, de su corazón, de que entreguen todo en la cancha”, expresó un ilusionado Ricardo La Volpe, todo sonrisas, fresco como no se le veía desde hace años, en los que no había sido requerido para brindarle un equipo de primera línea, bajo los reflectores, lo que le encanta.

 

Las Chivas están en el décimo lugar general, pero con los mismos puntos que el octavo, así que la calificación está a la mano todavía.