Los resultados económicos dados a conocer para los primeros meses del año siguen reflejando debilidad, de tal manera que las expectativas no mejoran, al menos para la primera mitad del año, por lo que “urge estimular el mercado interno”, señaló el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP).
En su reporte semanal “Análisis económico ejecutivo”, considera que las perspectivas no son muy alentadoras y es factible que se sigan viendo ajustes a la baja en las expectativas de crecimiento, como hasta ahora ha sucedido.
“Urge estimular el mercado interno. El externo parece que comienza a tener efectos positivos en la actividad productiva de México”, subraya el organismo de investigación del sector privado.
Expone que las buenas expectativas macroeconómicas que se habían forjado para 2014, se apoyaban principalmente en que los factores que se conjugaron en el debilitamiento de la economía en 2013 ya no se presentarían ahora.
Entre estos factores, menciona el desabasto de gas que afectó severamente al sector productivo, la constante caída en la producción de petróleo o el efecto del cambio de base del Producto Interno Bruto (PIB).
Incluso, dijo, otros revertirían su efecto impulsando la actividad productiva, como la desaceleración de la economía de Estados Unidos, el subejercicio del gasto público, el freno del sector de la construcción y la aprobación de las reformas estructurales.
En cuanto a la actividad productiva estadunidense, se observa un repunte importante que comienza a incidir modestamente en la actividad manufacturera del país, “dejando en claro también que seguimos dependiendo en buena medida de lo que pase en el exterior”.
Respecto al gasto público, refiere que las autoridades prometieron que en este año la asignación de recursos se haría desde el primer día del ejercicio, lo cual hasta ahora ha sido cumplido.
De hecho, en los primeros dos meses del año se aprecia un sobre-ejercicio del gasto equivalente a siete mil 724 millones de pesos, cuando en el mismo lapso del año pasado se registró un subejercicio de poco más de 63 mil millones de pesos.
Sin embargo, esto no ha significado un impulso importante para la actividad productiva, pues si se considera sólo enero, debido a la información disponible sobre la actividad industrial, se observa que en ese mes el sector construcción tuvo una caída anual de 2.5 por ciento.
Lo relevante, precisa, es que este resultado provino principalmente del desplome de 10.5 por ciento en el rubro de construcción de obras de ingeniería civil, que puede considerarse el gasto en infraestructura, pues considera obras como puentes, carreteras, presas, vías férreas, centrales eléctricas y puertos.
Para el organismo, el efecto que generó este comportamiento fue restarle cerca de cuatro décimas al crecimiento del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) de enero o dos décimas al incremento de la actividad industrial.
El CEESP comenta que esto ocurrió a pesar de que la inversión física del sector público creció a una tasa anual de 39.9 por ciento real.
Lo preocupante es que tal parece que esta relación entre inversión física del sector público e infraestructura favorece la percepción de una mala asignación de los recursos.
En tanto, añade, en los resultados de la Encuesta de Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado que realizó el Banco de México durante marzo, se aprecia una corrección a la baja del pronóstico promedio de crecimiento del PIB para el primero y segundo trimestres.
Mientras que para el tercero se mantuvo sin cambio y para el último hubo una ligera corrección a la alza, lo que propició que el pronóstico de crecimiento del PIB para todo 2014 bajara de 3.23 a 3.09 por ciento, advierte.
Por otra parte, el organismo apunta que ya concluyó el primer trimestre y las leyes secundarias apenas están en proceso de aprobación.
“Es poco probable que algunas de ellas comiencen a dar frutos en la segunda mitad del año y la fiscal, que se instrumentó desde el primer mes del presente ejercicio, aún no está propiciando ni crecimiento ni empleo”.
En su opinión, esto se puede atribuir a que la reforma fiscal que aprobó el Congreso tiene un efecto recesivo, pues además de propiciar una baja del ingreso personal, ocasionó una elevación de precios. Además, continúa, considera aspectos que desincentivan la inversión de las empresas.
Ahora el sector público tiene más recursos para gastar, pero no se puede asegurar que la asignación de los mismos sea la más adecuada, sobre todo cuando no se refleja en una mejora de la actividad económica, añade el organismo privado.