SAN JOSÉ. Con escaso entusiasmo y en número regular, los costarricences acudieron a las urnas para elegir en segunda vuelta al próximo presidente, en comicios aparentemente definidos de antemano a favor del opositor Luis Guillermo Solís candidato del Partido Acción Ciudadana (PAC) tras la declinación manifestada por su adversario, el oficialista Johnny Araya del Partido Liberación Nacional (PLN).
Solís —ganador de la votación en primera ronda del 2 de febrero, al obtener un 30.64% de los votos y con una diferencia de 0.93% sobre Araya— se quedó sin rival en la contienda electoral desde el 5 de marzo, fecha en el candidato oficialista decidió renunciar a la campaña debido a la escasa intención de voto que le asignaban las encuestas.
Pese a que legalmente no puede renunciar y aún es elegible en esta votación, Araya alegó que desistía en la lucha porque los resultados de encuestas le presagiaban una derrota aplastante ante Solís, porque no contaba con dinero suficiente para financiar su proselitismo.
Con el rival fuera de la competencia, Solís se impuso la meta de alcanzar un millón de votos, lo que equivale a la tercera parte del padrón electoral, para legitimar su llegada a la presidencia, en sustitución de Laura Chinchilla a partir del próximo 8 de mayo.
El aspirante del PAC asegura que el abstencionismo era su principal rival en esta elección, por lo que su campaña se centró en invitar una y otra vez a los ciudadanos para que salgan a votar, y esa será su labor a lo largo de la jornada.
Pese a que todo indica que Solís será el ganador de este proceso, dirigentes y militantes de Liberación Nacional se han resistido a la renuncia de su candidato, y apelan al “voto tradicional” de los militantes que por más de 60 años los han acompañado.
Es la segunda vez que Costa Rica celebra balotaje para escoger a su presidente. La primera fue en 2002, cuando resultó electo Abel Pacheco con una abstención de 39.6% del padrón.