Una hermana del mexicano Ramiro Hernández Llanas, condenado a muerte en Texas, viajó a Livingston para pasar con él las últimas horas antes de la ejecución prevista para este miércoles y explicó que el último deseo del condenado es ver a la familia unida, contenta y “volver a casa”.
Seis hermanos de Hernández Llanas lo encontraron este lunes y martes “con mucho ánimo, fortalecido, alegre, contento y firme”. “Él está listo”, contó Adelita, una de las hermanas, por teléfono desde Livingston (Texas), donde se encuentra el corredor de la muerte estatal para hombres.
La justicia lo condenó a la pena capital por homicidio, violación y robo con allanamiento de morada en el condado de Kerr (Texas) y, en concreto, por la muerte de un hombre para el que trabajaba y abuso sexual de la esposa de éste.
El sistema penitenciario texano prevé ejecutar a Hernández Llanas, de 44 años, este miércoles a las 18:00 hora local, después de que los abogados hayan dado por agotadas todas las vías legales y descartado casi por completo que el gobernador de Texas, Rick Perry, cambie de opinión y acepte las peticiones de clemencia.
La hermana no descarta “un milagro a última hora”, es decir, que el gobernador Perry mostrara clemencia: “Él tiene en su mano la decisión; si es ávido y quiere escuchar, puede extender el perdón”.
“Estos días hemos estado conviviendo juntos, llorando, riendo, compartiendo lo que él nos ha transmitido. Su deseo es volver a su casa, de donde salió, a Nuevo Laredo. Esperamos que se haga realidad su sueño y descanse al lado de mi padre, que lo está esperando”, explicó.
“A nosotros nos contagia con el gozo que trae, con su fortaleza nos permite que sigamos adelante”, explica Adelita, que vio un cambio en su hermano desde que lo condenaron en 2000 -“siempre deprimido, decaído, con una sonrisa fingida”- hasta los últimos años.
“En los últimos dos años, él saca su fortaleza solamente a través de nuestro señor Jesucristo, es por parte de Dios que se ha alimentado espiritualmente”, cuenta la portavoz de la familia.
La hermana agradeció en nombre de la familia el esfuerzo de las abogadas, los funcionarios consulares y los activistas que “han luchado intensamente para poder lograr algo”.
La letrada Sheri Johnson explicó hoy a Efe que el caso ya fue valorado sin éxito por el Tribunal Supremo de Estados Unidos y las autoridades mexicanas también desplegaron en los últimos meses una intensa agenda para aumentar la presión sobre el estado de Texas.
Uno de los argumentos de las abogadas de Hernández Llanas en el largo litigio judicial fue la discapacidad mental que sufre el condenado, un punto en que la hermana coincide.
Cuenta que la familia siempre detectó que Ramiro era más lento en el aprendizaje, dejó muy pronto los estudios y le repetían “tres o cuatro veces las cosas para que las entendiera”.
Adelita Hernández, residente en San Antonio (Texas), cree que la pena de muerte no es la solución porque responde a la muerte con más muerte y tiene en cuenta solamente lo que los acusados hicieron, “no cómo lo hicieron ni en qué circunstancia se encontraban”.
Ramiro Hernández Llanas nació en 1969 en la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo (Tamaulipas) y fue sentenciado a muerte en Texas en febrero de 2000.
El preso tiene ocho hermanos y seis de ellos han viajado a la localidad texana donde está la prisión, venidos desde otros puntos de Estados Unidos y desde México.