En medio del caos y el desconcierto que priva en la zona, y custodiado por tres patrullas, la carroza con los restos del escritor colombiano Gabriel García Márquez partió hacia Casa Pedregal, de las funerarias J. García López, del rumbo de San Jerónimo, donde será velado por familiares y amigos.
En la camioneta fúnebre lo acompaña uno de sus hijos, el resto de la familia sigue al cortejo, y detrás de ellos, decenas de periodistas, fotógrafos y camarógrafos se aprestan al traslado.
La primera en salir fue la periodista Fernanda Familiar, quien consternada y entre empujones se abrió paso.
El escritor, icono del “Boom Latinoamericano” y “Padre del Realismo mágico”, murió a las 14:00 horas, en su residencia de Paseos del Pedregal, en esta ciudad.
Desde ese momento, amigos, familiares, lectores y compañeros de lides literarias han arribado a la casa, que esta tarde, luce fría y poco luminosa.
A las 16:37 horas, la carrosa fúnebre, color gris claro, llegó hasta el portón del hogar que durante años cobijó al autor de “Cien años de soledad” y numerosas obras más.
Entró, abriéndose paso entre los numerosos representantes de medios de comunicación, nacionales e internacionales.
La primera en llegar fue Fernanda Familiar, periodista, escritora y conductora de programas de radio. Llegó apenas habían pasado las 15:00 horas y lo hizo con los ojos inundados por el llanto.
Tras ella, Guillermo Angulo, el escritor colombiano que ha sido uno de los grandes amigos del autor fallecido hoy.
León García Soler, escritor, recordó esta misma tarde que Gabriel García Márquez vino a México a hacerse de amigos y a alcanzar la gloria del Premio Nobel, en 1982.
“Recuerdo que en esa ocasión, ‘Gabo’ mencionó que además del premio, había ganado nunca más volver a hacer cola en ninguna parte”.
García Soler agregó que por su conciencia política y social, García Márquez siempre estuvo unido a las mejores causas alrededor del mundo entero y, por eso, también representa una gran pérdida para todos los colombianos y para los mexicanos. “Decidir, vivir y morir aquí, fue un honor para los mexicanos”.
Por su parte, Jorge F. Hernandez, escritor, periodista, poeta y editor, se dijo devastado. “Deseo enmendar el lugar común que es decir que cuando se va alguien deja un hueco insalvable; él deja una literatura, más que libros, y nuestra responsabilidad es que hoy nazca el nuevo lector de su obra”, dijo a los medios.