Miles Davis: epítome de la creatividad; Davis: “el sonido de la pulsación del corazón, el aliento recobrado, la sonrisa súbita”; Davis: el espíritu más oscuro del Jazz; Davis: “el que cambió el rumbo de la música cinco o seis veces”; Davis: quien no pasaba un día sin que la discriminación lo volviera loco de rabia y por no poder estar siempre furioso, utilizaba la música para liberarse; Davis: el que espetó a Jean Paul Sartre un «hijo de perra» cuando el filósofo blasfemó frente al trompetista diciendo que el Jazz es gozable en el momento, pero luego desechable como la cáscara de un plátano; Davis: un genio con una visión colosal para observar su circunstancia, entenderla y sobrepasarla, explorando —siempre— nuevas sendas.
El universo de producción musical de Miles abarca medio siglo. Niño prodigio nacido el 26 de julio de 1926. Aterrizó en el Nueva York de los cuarenta, en ese entonces cuna y meca de la era bebop del Jazz, con Charlie Parker y Dizzy Gillespie como puntas de lanza (el joven Davis tocaría con ambos). El mundo se reconfiguraba con la segunda guerra mundial. En la misma década Nueva York se convirtió en la ciudad más poblada del mundo, luego de que Londres, al otro lado del Atlántico, ostentará el título por más de 100 años.
A kind of blue
Un día de 1987, cuando Ronald Reagan otorgaba un reconocimiento a Ray Charles en la Casa Blanca, Miles Davis se presentó con un outfitsingular: pantalones negros de cuero, dos chalecos y chaqueta de esmoquin con una serpiente roja en la espalda; entonces, una “incordiante dama de la buena sociedad” de Washington se encaró con el trompetista y le preguntó malévolamente qué méritos tenía para estar allí. Miles fue a la yugular: “Bueno, he cambiado el rumbo de la música cinco o seis veces. Ahora, dígame: ¿qué ha hecho usted de importancia, aparte de ser blanca?”». (Anécdota recreada por Diego A. Manrique en el diarioEl País).
Tres revoluciones
Podemos ubicar —para efectos de este artículo— tres grandes revoluciones ocasionadas por Miles: la primera es cuando abandona los sonidos estrepitosos del bebop, que a su vez fue una salida al estancamiento creativo del swing y sus big bands, para cimentar el cool con el LP Birth of the Cool en 1948-49. La segunda se dio diez años después, con Kind of Blue: en el cenit de su genialidad, Davis reúne a un equipo legendario, John Coltrane, Julian «Cannonball» Adderley, Paul Chambers, Jimmy Cobb y Bill Evans, y cambia de nuevo el esquema hasta entonces conocido por la introducción de la estructura modal: tránsito de escalas a partir de alguna nota predeterminada y no de un esquema de acordes.
Quinteto clásico
Pero faltaba más: los cambios culturales de los sesenta, esa gran inflexión para el mundo contemporáneo y para el rock en particular, no gravitaban fuera del horizonte creativo de Miles. Inquieto —e iniciado por su entonces esposa Betty Mabry en la música de Jimi Hendrix, Sly Stone y Otis Redding— se lanzó a los estudios en 1968 para, nuevamente, revolucionar el Jazz con una fusión de rock y psicodelia.
En In a Silent Way Miles reúne a Herbie Hancock, Chick Corea, Wayne Shorter, Dave Holland, Joe Zawinul, John McLaughlin y Tony Williams. Al año siguiente se graba el Bitches Brew como el clímax de esa experimentación (orquesta de trece solistas de guitarra y teclados eléctricos, cuatro percusionistas, un clarinete bajo y un saxo soprano).
Obras maestras. Miles cambió el rumbo del Jazz con obras maestras que surgieron de su búsqueda empecinada por crear, aunada a una sensibilidad ingente y a una capacidad innata por adaptarse a su circunstancia sólo para transfórmala. Un trompetista, “sólo soy un trompetista. Sólo sé hacer una cosa: tocar mi instrumento, y esa es la base de toda la confusión. No soy un hombre de espectáculo y no quiero serlo. Soy un músico”.
Fusión
EL PATRIARCA
Miles vivió 65 años y desde los 12 estableció su más largo y fiel maridaje. Su trompeta sólo tuvo un receso de cinco años, cuando los males físicos de una vida al extremo pasaron «las cuentas del alma», de esas que canta Rubén Blades. Si bien su edad de muerte se puede considerar decepcionante en un ser humano, en el oriundo de Alton, Illinos, es un verdadero y extraordinario milagro. Durante su vida nada fue fácil ni sencillo. El acto puro de vivir en la constante búsqueda.
Davis estudiaba en la muy prestigiada Juilliard School of Music, la cual él consideraba demasiado centrada en la música clásica europea y «blanca», por lo que con la venia paterna dejó los estudios pues un entrenamiento musical sin precedentes se venía gestando desde antes. ¿Qué puede superar las noches de «educación» en vivo, a lado de Charlie Parker, Thelonius Monk (quien le escribía los cifrados y melodías de sus temas para que los ensayara… en los salones de Juilliard) y Dizzy «Bird» Gillespie? «No tengas miedo, sigue adelante y toca», instruía «Bird» en pleno concierto en un club de Nueva York a un Miles que cursaba la secundaria. Eso es EL examen profesional por excelencia.
“El magno Davis”
Se convirtió rápidamente en alguien a seguir, pero más aún en maestro y gurú. Aplicó el mismo rigor personal con sus colegas/discípulos, hubiera sido más fácil que su don fueran sus dedos virtuosos, pero (afortunadamente) la música se gestaba en su mente con tal claridad que sabía siempre lo que se necesitaba escuchar. Exprimía todas las posibilidades tonales, melódicas y armónicas sin que esto se tradujera en una verborrea de notas o compases complejos. Miles siempre fue un experimentador de gusto exquisito, evitó los recursos fáciles, se obstinó en encontrar nuevas rutas sonoras y, como Alejandro Magno, encabezar su ejército con el ejemplo… también era implacable.
Davis armó al menos tres dream teams. Quizás los más impresionantes de todos los tiempos. El mérito radica en saber ensamblar músicos tan diferentes en un sólo momento. Su discografía habla sobradamente sobre sus alcances. Usó y fusionó como nadie los géneros musicales para abrir una ventana hacia nuevas formas de concepción auditiva, arte puro. Con el tiempo sus puristas detractores jazzistas han confesado sus pecados reconociendo en él a uno de sus pilares: al buscar la masificación del Jazz, Miles Davis se atrevió a romper sus barreras; al fin y al cabo, ¿qué no se trata de eso el Jazz?