La redefinición del marco jurídico de la radio y la televisión quedó atrapada en una telaraña de intereses que poco tienen que ver con los medios electrónicos:

 

1.- Un senador panista-perredista, Javier Corral Jurado, que quiere vengarse de Televisa porque perdió una casa al no pagar su campaña en esa televisora cuando competía por la gubernatura de Chihuahua en 2004. Un senador, por cierto, que ha liderado dos ofensivas para regular contenidos de los medios y acotar la libertad de expresión.

 

2.- Un líder social, Cuauhtémoc Cárdenas, que salió ya derrotado en la lucha contra la reforma constitucional energética y que tampoco pudo llevar la lucha a las calles, además de que la bandera se la arrebató su adversario, Andrés Manuel López Obrador.

 

3.- Manifestaciones públicas violentas por la participación de grupos anarquistas que van contra todos sólo para doblegar la autoridad del Estado.

 

4.- Pugnas dentro del PAN y del PRD que tienen que ver con el realineamiento de grupos, tribus y poderes internos y que han secuestrado el debate sobre el control de las televisoras.

 

5.- Y una telebancada planeada con anticipación, cohesionada y con un plan de vuelo muy articulado, no sólo por la representación directa sino por la red de intereses que existen en el Legislativo.

 

La intención de controlar a los medios electrónicos no es nueva. En 1997 la diputada panista María Teresa Gómez Mont presentó una iniciativa que retomó en 1998 el entonces diputado panista Corral con el apoyo de la Universidad Iberoamericana, con la intención de crear un Consejo Nacional de Comunicación Social que interviniera directamente en el contenido de los medios con mecanismos de censura. En el 2010, de nueva cuenta Corral regresó por sus fueros con otra iniciativa también reguladora de contenidos.

 

Lo que pocos saben es el odio de Corral contra Televisa por el incidente judicial en que se vio metido por su campaña a gobernador del 2004: Corral pidió crédito a Televisa para spots, perdió las elecciones y se negó a pagar lo que debía, Televisa lo demandó, Corral perdió, por decisión de un juez le embargaron en el 2007 su casa en Chihuahua -Finca Urbana, Calle Misión de San Antonio 2050, Lote 26 y manzana 30, Fraccionamiento Campanario Etapa 1- por 1.5 millones de pesos de la deuda y la propiedad pasó a la filial de Televisa. Desde entonces Corral se la tiene jurada a esa empresa por razones personales no de ética de comunicaciones, ahora con el apoyo nada menos que de Cuauhtémoc Cárdenas.

 

El litigio en la ley de telecomunicaciones se ha polarizado: la libertad absoluta o el control absoluto. Televisa y TV Azteca controlan más de 90% del sector, no nada más de la pantalla. Sólo Televisa tiene más de 25 mil empleados, genera utilidades de más de 500 millones de dólares anuales y más de la mitad del pastel publicitario y participa en muchos otros sectores. Ante este poder, ninguno de los competidores por una nueva cadena podrá competir. De ahí que la batalla contra Televisa y TV Azteca sea el control por parte del Estado.

 

En el fondo, la intención de Corral es la de poner los espacios informativos en medios electrónicos en un corralito de control estatal de la libertad de expresión, similar al mecanismo que existe en países socialistas centralizados. Pero sobre todo, el senador Corral sacó del Senado el litigio sobre las leyes, lo quiere llevar a un plebiscito tipo López Obrador, de mano alzada en las calles, y al final sólo busca la venganza contra Televisa por la pérdida de su casa cuando se negó a pagar sus deudas.

 

En su haber tiene Corral el uso del poder público para censurar disidencias en medios electrónicos, como cuando en el 2003 logró callar a un académico porque no le gustaban sus comentarios críticos en la radio.