Desde el año pasado el presidente Enrique Peña Nieto viene anunciando que en 2014 presentará lo que ha dado en llamar “La Gran Reforma al Campo Mexicano”, que coadyuvará a detonar la productividad y competitividad del sector agroalimentario, reducir la pobreza, la desigualdad, garantizar la seguridad alimentaria, y otras cosas bellas.
La realidad de nuestro campo mexicano es que hoy parece estar “más jodido que nunca”, según el “diagnóstico” de la Secretaría de Agricultura publicado el pasado 13 de diciembre en el Diario Oficial de la Federación, en el Programa Sectorial de Desarrollo Agropecuario, Pesquero y Alimentario 2013-2018.
Dice el documento: “El campo mexicano presenta signos de agotamiento reflejados en un estancamiento de la productividad, competitividad y rentabilidad, no es incluyente y carece de un manejo sustentable de los recursos naturales. Se requiere impulsar una estrategia para construir el nuevo rostro del campo y del sector agroalimentario. El sector agropecuario y pesquero ha tenido un ritmo de crecimiento menor al de la economía nacional. En 1950, la participación del PIB primario en el PIB nacional era de 16.1% y en el 2012 del 3.4%”. ¡Pero cómo, si durante la última década los titulares de la dependencia les dijeron a millones de campesinos que el crecimiento del PIB agropecuario iba de “pelos”!, exclaman algunos especialistas. ¿Los habrán engañado? Pues ahí están las cifras oficiales, “Apá”.
El mismo documento señala que de acuerdo con los datos del Censo 2010 de Población y Vivienda, en ese año había en el país 188 mil 596 localidades rurales, donde habitaban poco más de 26 millones de personas, 13.1 millones de mujeres y 12.9 millones de hombres, que representaban 23.5 y 22.8% de la población nacional, respectivamente. Y sigue: En 2012, de acuerdo con la medición más reciente de la pobreza, en el ámbito rural el 61.6% de la población vivía en condiciones de pobreza (62.7% de las mujeres y 60.8% de los hombres), 21.5% en situación de pobreza extrema (22.1% de las mujeres y 21% de los hombres) y 40.1% en situación de pobreza moderada (40.6% de las mujeres y 39.8% de los hombres), niveles muy por encima de los valores registrados en el medio urbano donde la pobreza alcanzaba al 40.6% de la población (6.3% en pobreza extrema y 34.3% en pobreza moderada).
Por otro lado, existen los efectos del cambio climático que se ha manifestado en fenómenos extremos sin precedentes e inesperados. En 2009 ocurrió la peor sequía en 60 años, 2010 fue el año más lluvioso del que se tenga registro y en 2011 hubo intensas y atípicas heladas, así como menor precipitación pluvial. En septiembre de 2013 ocurrieron intensas lluvias que ocasionaron algunos daños a la agricultura y, lamentablemente, pérdida de vidas humanas.
En varios lugares del país llovió en unos cuantos días tal cantidad de agua que es equiparable a la mitad de todo lo que llovió en 2012. Las consecuencias de estos fenómenos naturales se reflejan en pérdida de parte de la producción, brote de enfermedades y menores niveles de ingreso y riqueza para la población. ¡Lo peor del cambio climático está por venir! Advierten los expertos, pues en las próximas décadas la temperatura en México experimentará un incremento superior en 6% a la media histórica.
O sea que el riesgo de que el campo mexicano siga jodido en las próximas décadas, es alto, muy alto, apuntan los “agroyuppies”.
¡Nada de eso, nada de eso! Responden los priistas del Siglo XXI. Con la reforma transformadora que propondrá el Ejecutivo, la cual será “integral e incluyente, con una visión de productividad, sustentabilidad, rentabilidad y justicia social”, el panorama para los pobres campesinos va a ser diferente porque atenderá las necesidades y retos del sector agroalimentario nacional; generará las condiciones necesarias para garantizar la seguridad alimentaria y la producción de alimentos en el país. ¿Y cómo le van a hacer? Preguntan los incrédulos.
Bueno, para empezar, ya se llevó a cabo la primera sesión de trabajo de la Comisión Permanente de la Reforma para la Transformación del Campo. Los representantes de cada uno de los sectores del campo coincidieron en realizar foros temáticos, encuentros regionales con visión territorial y reuniones estatales para abordar y contribuir con propuestas a cada uno de los temas de interés para el sector primario, desde la agricultura, la producción, la ganadería, el desarrollo rural, la productividad y la sanidad, entre otros.
Los “agroyuppies” escépticos comentan: La misma burra de hace seis, 12, 18, 24, 30… años, nada más que revolcada.