El presidente José Mujica defendió el plan para legalizar la marihuana de Uruguay y lo consideró mejor que el que se ha establecido en Colorado, Estados Unidos, porque es mucho más restrictivo y porque en ese país hay mucha “hipocresía”.
En entrevista exclusiva con the Associated Press, Mujica dijo el viernes que la ley uruguaya, cuya reglamentación se espera que entre en vigencia el martes, es más dura y menos permisiva para los compradores de cannabis en comparación con la ley estatal de Colorado donde las autoridades “le pierden el rastro al que compra”, lo que el mandatario, insiste, no ocurrirá en Uruguay.
“Es todo una ficción lo que hacen en Colorado”, dijo Mujica a la AP desde su pequeña finca, diez días antes de viajar a Estados Unidos para reunirse con el presidente Barack Obama.
La reglamentación uruguaya establecerá que cada usuario podrá retirar de las farmacias solo diez gramos de marihuana por semana. En Colorado, se pueden adquirir 28 gramos en cada compra, pero no hay un límite establecido. Quienes la usan medicinalmente la pueden comprar sin necesidad de recetas médicas aunque algunas personas prefieren usarlas.
“No acompañamos la idea de que la marihuana es benigna, es poética y toda rodeada de virtudes. Ninguna adicción es buena”, dijo. “Y si para evadirme del mundo necesito una pichicata (droga) ando mal. Yo tomo un vaso de whisky comúnmente. Pero si tomo una botella de whisky todos los días me tienen que tratar. No quiere decir que el whisky sea bueno, pero hay ciertos márgenes un poco tolerables. El problema es cuando transgredimos esos márgenes”.
Mujica se encuentra en un momento clave de su presidencia. La reglamentación del consumo y la producción de la marihuana está en su escritorio y se espera que expida pronto y el mundo está observando para ver si este experimento va a lograr sacar a los traficantes del negocio de la marihuana y tratar el problema del consumo de droga como un tema de salud pública y no un asunto de seguridad.
Mujica y Obama tienen otros asuntos difíciles de resolver durante su encuentro el próximo 12 de mayo. Obama quiere que el gobierno de Mujica reciba a algunos prisioneros de Guantánamo para mantenerlos dentro de Uruguay durante un año. Mujica ha dicho que quiere ayudar a Obama a cerrar la prisión y que sólo tomará a los prisioneros, ex sospechosos de terrorismo, sólo si pueden viajar como refugiados.
“Nosotros ya hicimos nuestra propuesta”, dijo, pero se abstuvo de dar más detalles. “Es Estados Unidos el que debe decidirse”.
Solo precisó que los prisioneros que lleguen a Uruguay podrán tener libertad de circulación.
“Se van a mover libremente, se van a poder ir, pero están hechos unos cascajos humanos, están muy destruidos por la que han pasado, física y psicológicamente”, dijo y no quiso a hablar más del tema. “No vamos a estar publicitando para que ustedes los periodistas le hagan la vida imposible. El trabajo de ustedes puede ser malsano en un asunto de este tipo”.
Mujica prefirió hacer la entrevista con la AP en el jardín de su casa. Colocó un par de almohadones, descoloridos por los años de uso, sobre dos sillas de jardín, mientras perros, gatos y gallinas pasaban a su alrededor. Vestía un pantalón de jean, sandalias, las mismas que se hicieron famosas cuando las llevó a un acto protocolar importante, una camisa y un chaqueta deportiva abrigada.
En el jardín se podían ver plantas de tomates, de azará (fruto nativo del Uruguay) y un cultivo de piña a punto de ser cosechado. “Demoró tres años en dar fruto”, dijo. Es raro que la piña de fruto en Uruguay, que no tiene clima tropical. Mujica dijo que con mucho cuidado la planta puede dar fruto “aunque sufre mucho las heladas”.
En la entrevista, Mujica definió a Obama como un mandatario progresista al que tienen atado de pies y manos para que no pueda adelantar su agenda política. Su llegada a la presidencia “fue una sorpresa, y dentro de las limitaciones del sistema político norteamericano, fue casi un aborto. Rompió la lógica”.
“Pero la política que le están aplicando es que no haga nada, tenerlo cercado para que no haga nada”, dijo. “Que pase a la historia para decir que hubo un presidente negro, pero no hizo nada. Son feroces. Fe-ro-ces. Creo que están jodiendo al pueblo norteamericano, a los sectores más desvalidos, por el cerco que le hacen al presidente”.
La visita a la Casa Blanca será notable por otra razón: Mujica es ex guerrillero del movimiento revolucionario y guerrillero de Los Tupamaros, de Uruguay, ante de que el país cayera en una dictadura militar. En ese momento, los tupamaros se convirtieron en enemigos de los gobiernos militaristas de América del Sur que gozaban del apoyo del gobierno de Estados Unidos entonces dirigido por Richard Nixon y su secretario de Estado, Henry Kissinger.
Mujica fue encarcelado un año antes del inicio de la dictadura y fue liberado cuando terminó (1973-1985). Pasó la mayor parte del tiempo en régimen de aislamiento. Ahora no sólo es líder en su país, sino una celebridad internacional después de que pronunciara largos discursos contra la avaricia y el consumismo. Esos discursos, y el plan de legalizar la marihuana, lo hicieron acreedor al Premio Nobel de la Paz de este año.
Mucha gente va a estar interesada en escuchar la conversación que sostenga Mujica con un ganador del Premio Nobel de la Paz como Obama.
La agenda de la visita se centrará en temas comerciales y educativos y pedirá que profesores de Estados Unidos vengan a dar clases a las universidades uruguayas. Pero señaló que también hablará, y de manera crítica, de la política exterior de Washington para Latinoamérica y del porqué la poderosa nación ha perdido influencia mundial.
“Han cometido muchísimos errores”, sentenció. “Los americanos (estadounidenses) en relación a América (Latina) han gastado una enorme cantidad de plata. El grueso de esa plata fue a parar a manos de los que menos la precisaban. En lugar de ejércitos, intromisión política y trabajo en las embajadas, lo que precisamos los latinoamericanos es elevar nuestras cabezas y nuestro nivel técnico. Por el lado que va Estados Unidos, por el camino del prepo (prepotencia) y de los ejércitos, yo creo que van a tener cada vez menos influencia”.
En la legalización de las drogas Mujica y Obama pueden, o no, estar de acuerdo, pero la subsecretaria de Estado para América Latina, Roberta Jacobsen, no ha sido crítica del plan uruguayo de legalizar la marihuana.
De hecho, esta semana dijo que es un experimento que vale la pena ver de cerca, y que hay un “debate honesto” sobre el asunto pese a que el mandatario estadounidense ha descartado su legalización en Estados Unidos.
El experimento en Uruguay, dice Mujica, es un intento por mantener a los consumidores de marihuana dentro de márgenes tolerables.
“Nosotros no vamos a fomentar la fumata, la bohemia, todo eso que lo quieren revestir de inocuo y todo eso. Nos tratarán de viejos reaccionarios. Pero ésta no es una política que busque expandir el consumo de la marihuana. Lo que busca es mantenerlo dentro de una racionalidad y que no hay que deslizarse en el camino de una enfermedad”.
Mujica admitió que es posible que Uruguay reciba el llamado “turismo cannábico”, personas que vengan de países vecinos a conseguir y fumar marihuana, pero estimó que no encontrarán mucha yerba disponible para comprar.
“Van a venir”, dijo. “Pero nosotros somos una sociedad bastante madura y no creo que haya una disponibilidad para vender a troche y moche (de manera indiscriminada). Alguna cosita puede ser que se nos escape”.
En cambio definió como “flor de lío” la posibilidad de que los productores clandestinos de marihuana de Paraguay, a través del narcotráfico, inunden el mercado uruguayo de marihuana más barata que la legal.
“Algún jerarca de Paraguay ya nos ha hecho llegar el mensaje de que ellos van a seguir vendiendo y de que Uruguay no va a poder nunca producir al costo al que producen ellos”, dijo.
Respecto a si eso ocurrirá, o no, señaló que “puede ser que lo intenten hacer”.
Para prevenir ese efecto, el presidente explicó que los impuestos que llevará la marihuana legal serán variables, de modo de poder adecuar su precio. “Una parte del impuesto está puesto como un comodín, que se puede utilizar su aumento o su rebaja de acuerdo a lo que está haciendo la competencia”.
Mujica cree que no sólo que el mercado ilegal de la marihuana mueve mucho dinero sino que no descartó que los dineros provenientes de esa actividad ilícita hayan ingresado a la política uruguaya.
“Yo no sé si la marihuana no está participando en la campaña electoral”, dijo. “Nos estamos ganando adversarios económicos importantes y no sé si eso no está pasando. Tengo mi desconfianza”.