A partir de los discursos de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Jesús Zambrano, el PRD nació por generación espontánea. La falta de reconocimiento al Partido Comunista como eje de la lucha de la izquierda socialista presentó al PRD como un partido lombardista.
En su Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, José Revueltas delineó los tres escenarios en que se debatía la izquierda pero en el contexto del régimen priista:
-La corriente democrático-burguesa representada por la ideología de la Revolución Mexicana. (El nacionalismo-revolucionario del PRI hoy redivivo en el PRD).
-La corriente del marxismo democrático-burgués, ideología social-burguesa representada por Vicente Lombardo Toledano. (El colaboracionismo de la izquierda oficial).
-La corriente sectario-oportunista representada por el PCM. (El marxismo vulgar u oportunista).
En México: una democracia bárbara, Revueltas criticaba el lombardismo del PCM al buscar una alianza política entre clases -explotadores del brazo de los explotados- sin entender que la lucha era por el sistema productivo y ahí el papel clave estaba en los trabajadores.
Hoy el PRD aparece como el partido lombardista del siglo XXI, una mezcla rara entre priismo, neopopulismo e izquierdismo; por eso los discursos de Cárdenas y Zambrano en las bodas de plata del PRD en ningún momento reconocieron que la lucha por la democracia la dio el PCM y que el registro legal del PCM en 1978 fue gracias a la izquierda socialista. Eso sí, Cárdenas fue sincero al reconocer que el PRD nació para ser el PRI del pasado callista-cardenista-alemanista-echeverrista.
El extrañamiento a la falta de reconocimiento al PCM y a los socialistas que decidieron en 1989 cederle su registro al PRD fue mayor en el caso de Zambrano, militante del viejo PCM, guerrillero de la Liga Comunista 23 de Septiembre y socialista hoy redivivo en el espíritu de Lombardo que define el rumbo político neopopulista del PRD.
A Cárdenas y Zambrano les faltó diferenciar al PRD del PRI; en su discurso Cárdenas revalidó el llamado de septiembre de 1988 para construir un partido “bajo la bandera primigenia de la Constitución de 1917 y los grandes principios de la Revolución Mexicana”, dos de los pilares… del PRI.
Y más adelante, Cárdenas definió el rumbo del PRD: “el partido de la democracia, de la Revolución Mexicana, de la unidad patriótica (de nuevo Lombardo), de las reivindicaciones nacionales y populares (todo y nada), de la constitucionalidad (sic) y del progreso”.
Zambrano no se quedó atrás en la revalidación del Lombardo de la unidad patriótica en el 68 para cuestionar a los estudiantes y para apoyar a los candidatos presidenciales del PRI; el ex guerrillero pidió la “unidad de fuerzas progresistas, democráticas y de izquierda” y agregó que “también queremos que los empresarios de nuestro país compartan con el conjunto de la sociedad los beneficios del desarrollo”.
Surgido del PCM, el PRD ha funcionado como un PRI progresista, revolucionario y cardenista. Inclusive, Zambrano refriteó en los 25 el enfoque priista de la disputa por la nación -tesis de Carlos Tello y Rolando Cordera desde la perspectiva priista-progresista- de 1981: la lucha entre los neoliberales y el “proyecto progresista”, por cierto resuelto con la vigencia -apoyada por el PRD en el Pacto por México- del neoliberalismo, sin que la izquierda o el sector progresista hayan podido definir una alternativa desde la disolución del PCM en 1989 y el nacimiento del PRD a partir de la célula de la Corriente Democrática del PRI.
Lombardo y no el PCM ahora dominan el rumbo ideológico del PRD.