Lo que menos necesita el presidente Enrique Peña Nieto, en estos momentos en que su popularidad está a la baja, es que quienes integran su gabinete lo “apoyen” con metidas de pata y que después traten de salir del apuro con el clásico: “Me equivoqué”… pero “Yo no dije lo que dicen que dije; los medios malinterpretaron mis palabras”.
A juicio de los observadores políticos objetivos e imparciales, el Record Guinnes de tropezones, despropósitos y sandeces se lo ha ganado -con amplio margen- la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga, mejor conocida como Seño Chayo, pero que ahora resultó la indigenista número uno, por lo que merece el honor de que la llamen Señito Chayotzin.
La mencionada neoindigenista, que está a cargo -es un decir- de la Sedesol, envió el miércoles un comunicado de prensa en el que niega haber discriminado y marginado del Programa Oportunidades a las mujeres indígenas, y se declara defensora y prócer de la raza de bronce. (Nada más le faltó traducir su comunicado al náhuatl).
No nos vamos a “refritear” los seis puntos de su declaración, nada más tres donde dice:
- Ninguna mujer es excluida del programa Oportunidades por su condición étnica, por el número de hijos o por cualquier otra causa. El único criterio para acceder al programa es estar por debajo de la línea de bienestar. Tan es así que durante 2013, 600 mil familias más fueron incorporadas al Programa Oportunidades, de las cuales 360 mil se ubican en comunidades rurales e indígenas. La prueba de que a ninguna mujer se le excluye por el número de hijos es que el 13% de las familias que participan en Oportunidades tienen más de tres hijos.
- En las reglas de Operación de dicho programa se disponen los montos máximos que puede recibir una familia que hoy es de mil 710 pesos para educación básica y dos mil 415 para la media superior, y se establece que el componente relacionado con el apoyo infantil será hasta de tres hijos. Cabe aclarar que estos criterios no fueron incorporados por el actual gobierno. El primero está desde 1999 y el segundo fue establecido en diciembre del 2009. (O sea, eso de los tres chilpayates lo puso la administración calderonista, quiso decir).
- Justamente para evitar exclusiones arbitrarias o por razones políticas como sucedía en el pasado, por primera vez se incorporó el derecho de audiencia para que las mujeres que se sientan excluidas tengan derecho a defender su caso y, de proceder, a ser incorporadas nuevamente al programa.
¡De pena ajena!
Aunque viéndolo bien, apuntan los mismos observadores, a quien más dañan las estulticias de la Señito Chayotzin es a su jefe, porque a los observadores críticos y malosos les viene como anillo al dedo que exista en el gabinete presidencial un individuo -en este caso una individua- a quien puedan agarrar de su puerquito -o puerquita- por la infinita cantidad de tonterías que hace y dice a diario.
Por cierto, el lema “La familia pequeña vive mejor” -convicción de la secretaria Robles- fue un invento lópezportillista en 1977, al ponerse en marcha el Plan Nacional de Planificación Familiar, con el propósito de establecer el control demográfico, recuerda un memorioso observador.
¿Ahora resulta que “Chayotzin” es admiradora y seguidora de Jolopo?
Y para rematar el tema, se produjo lo que faltaba: que el neo PRI del doctor “Longines” le extendiera una carta de buena conducta a la damita que fue enemiga a muerte de todo lo que oliera a priismo -del siglo XX o del XXI-, y que cambió de camiseta en el preciso momento en que Enrique Peña Nieto la sacó de la tumba política en que la sepultaron sus chocoaventuras políticas y sentimentales.
¡Yo respondo por ella!, pareció decir el dirigente nacional del PRI, César Camacho Quiroz.
¿Y quién responde por ti, apá?, preguntó el clásico observador aguafiestas.
Lo que nadie puede discutir es que el “Caso Chayotzin” es una cajita de sorpresas.
Peor se las cuento, la Señito será la oradora principal en la ceremonia para festejar el Día de las Madres, que tendrá lugar el día de hoy en Los Pinos. Dicen los malosos que repartirá entre las mujeres indígenas asistentes diversos enseres domésticos, entre ellos, hornos de microondas. ¡Ah, bárbara!
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