Los escucho hablar. Caen lágrimas por sus rostros. Revientan en indignación. La tristeza los invade. Corre a borbotones.

 

Ninguno de ellos se dedica a la política. Unos son escritores, otros arquitectos; algunos de sus amigos a los que han invitado se dedican a tocar el tambor y a cuestiones chamánicas y otros viven de masajes y terapias en Tepoztlán o Cuernavaca.

 

Tan distintos todos ellos, como los medios en los que se desenvuelven; pero curiosamente todos -por una razón u otra- conocían a don Alejandro Chao Barona. El investigador. El psicólogo. El maestro de todos los ex rectores. El amigo de los campesinos y de múltiples personajes morelenses.

 

“Él nos abría la puerta con los indígenas”, apuntaban Paty y Francisco; “era un gran chamán, un gurú”, asentaba Connie; “él nos enseñó a pensar”, atestiguaban Roberto y Alejandro, alguna vez sus alumnos en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).

 

“Encabezaba la lucha de los indígenas contra las transnacionales”, punzaba Graciela, sumándose al señalamiento que deslizó el rector Alejandro Vera Jiménez en su discurso, horas atrás.

 

Todos ellos estuvieron presentes en la silenciosa marcha del miércoles pasado en repudio del asesinato de Chao Barona y de su esposa Sara Rebolledo, el lunes pasado.

 

Y es que la muerte de Chao no fue la de “un académico más”.

 

Esta vez, al escuchar el nombre de la pareja lapidada en su propia casa -“como en el rastro”, a decir del poeta Javier Sicilia- los de la eterna primavera levantaron el rostro y dejaron de lado las actividades que estaban realizando para manifestar su rabia y su indignación.

 

Vistieron de blanco y marcharon en silencio -entre 15 y 20 mil personas- desde la explanada universitaria hasta el zócalo de Cuernavaca.

 

No pocos de los que protestaron este miércoles votaron en su momento por el perredista Graco Ramírez. Pero esto, decían, “no tiene perdón”.

 

La relación entre gobernador y gobernados se cimbraba ante el paso de los universitarios. La figura de Chao tiene -tenía- un peso inimaginable. Simbólico para los morelenses. Para los intelectuales, para los universitarios, para los campesinos, para quienes convivieron con él.

 

Quiera que no, éste es un parteaguas en el gobierno de Graco.

 

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EL VALOR DEL RECTOR VERA.- El gobierno de Graco intentó detener la marcha, “desactivarla”. Le pidieron incluso al rector de la UAEM (el secretario de Gobierno, Jorge Messeguer Guillén) a gritos y manotazos, según algunos testimonios recogidos por los medios morelenses) que no encabezara la marcha.

 

Pero él no hizo caso. Con una bandera mexicana en mano, abrió la marcha del silencio. Y en su discurso ante los miles que lo acompañaron, explicó:

 

“Me decían que no era institucionalmente correcto que un rector encabezara una marcha. Les dije que esta marcha la encabezaba yo y todos los desaparecidos, y que mientras no se esclarezcan los crímenes, el rector, el Consejo Universitario, la comunidad universitaria y el pueblo, nos pronunciaremos”.

 

Comenzó entonces por mencionar cada uno de los nombres de los universitarios que han sido violentados, secuestrados y asesinados a últimas fechas.

 

Además, exigió al gobierno de Graco no llevarles “chivos expiatorios”. Y a renglón seguido evidenció precisamente la versión oficial. Versión que simplemente no se sostiene:

 

“Las autoridades dicen que cuando los delincuentes (ex trabajadores domésticos de Chao Barona) se sintieron sorprendidos por las víctimas dentro de la casa, se asustaron, los atacaron y salieron huyendo. ¡No es posible que estos experimentados malhechores se hayan sentido intimidados por dos adultos mayores. Dicen que el móvil fue el robo y sólo se llevaron dos celulares…”, refirió Vera.

 

El gobernador y su equipo, empero, se mantienen en su versión. Para ellos el asesinato de Chao y su esposa fue simplemente “un hecho aislado”.

 

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GEMAS: Regalito de Marcelo Ebrard -quien no aparecía desde el 24 de abril pasado- y hoy a las 12:02 escribió en su twitter el clásico: “Tenemossismo”.