La noticia del domingo por la noche no fue tanto el triunfo de Gustavo Madero, que ya adelantaban las encuestas en la última semana de campaña; la gran expectativa en la contienda del PAN era saber si Ernesto Cordero aceptaría la derrota o si, como se esperaba, impugnaría el resultado ante el Tribunal Electoral y abriría así una ruta de conflicto y de posible ruptura con el PAN. Pero para sorpresa de muchos, Cordero apareció y reconoció públicamente haber perdido y, en un cambio de ruta significativo, aceptó el triunfo de Madero y anunció que no impugnaría la elección.
¿Qué fue lo que pasó entre las 4 de la tarde, que se conocieron las primeras encuestas de salida que ya adelantaban el triunfo de Madero por más de 13 puntos porcentuales y las 9 de la noche que Cordero aceptó públicamente la derrota? Fueron casi cinco horas de una intensa negociación política para evitar la fractura del PAN. Una operación que comenzó con un ambiente sumamente tenso entre emisarios de los dos grupos, en la que hubo reclamos y amagos de rompimiento de pláticas, pero que al final terminó antes de las 9 de la noche con acuerdos y resultados específicos, entre ellos la decisión de Ernesto Cordero de hacer un pacto político en el que, a cambio de que se reconociera a su grupo, se le mantuvieran posiciones y se le diera interlocución directa, aceptaba seguir la línea institucional y mantener la unidad del panismo.
Con esa negociación entre los grupos de Madero y Cordero, la noche del domingo se produjo un reacomodo de fuerzas importante en el PAN: Cordero tomó distancia del ex presidente Felipe Calderón, que presionaba por la línea de la impugnación y la ruptura, y prefirió reivindicar la línea de la negociación. Ahora, como un grupo independiente -podrían llamarse ahora sí “los corderistas”- los senadores leales a Cordero y que aceptaron su negociación, se estima que son unos 15 legisladores, trabajarán desde su autonomía pero acordaron hacer un solo bloque con el maderismo para la votación de las leyes.
Es decir que el calderonismo y el ex presidente sufrieron el domingo una doble derrota: por un lado volvieron a perder frente a Gustavo Madero y por el otro perdieron el apoyo de 15 senadores que decidieron desoír el llamado de Calderón para romper con el PAN y crear un nuevo partido, y que ahora se agrupan en su lealtad a Ernesto Cordero.
CREARÁ GRUPO CON FUERZA PROPIA
De nada sirvió el tardío apoyo que expresó Margarita Zavala a la candidatura de Ernesto Cordero y que al parecer tuvo que ver con una presión directa del ex presidente sobre su esposa; al final, en el balance de Cordero entre desconocer la elección y caminar hacia una ruptura, pesó más la posibilidad de reivindicar su propia fuerza que demostró más allá de Calderón al obtener 43% de los votos, 67 mil sufragios de panistas, y junto con su compañero de fórmula Juan Manuel Oliva, que arrasó en su natal Guanajuato, decidieron apostar a crear un nuevo grupo que, aunque aliado con el maderismo, tendrá su fuerza propia.
La negociación entre Cordero y Madero se produjo a través de dos hombres de la máxima confianza de los candidatos que mantuvieron comunicación durante todo el proceso: del lado de Madero, el diputado Jorge Villalobos, y del lado de Cordero, el diputado Maximiliano Cortázar.
Entre lo acordado por los dos grupos está el reconocimiento al equipo de Cordero, de 15 senadores, tanto para tener interlocución directa con el CEN panista como con el gobierno de Enrique Peña Nieto en la negociación de reformas importantes; también se habló de un cambio en la coordinación parlamentaria del Senado en la que se buscaría un coordinador aceptado por los dos grupos aunque no pertenezca a ninguno de ellos; se mantendrán las comisiones y presidencias que ostentan los corderistas, y al final se estableció que los dos grupos, maderistas y corderistas, formarán un solo bloque en las votaciones importantes (como las leyes secundarias energéticas y de telecomunicaciones) con números que garantizan 100 diputados leales a ambos grupos y al menos 27 senadores, 15 de ellos corderistas.
Todo eso quedó pactado antes de las 9 de la noche, cuando el CEN del PAN, en voz del presidente de la Comisión electoral, Francisco Gárate, saliera a proclamar el triunfo de Gustavo Madero, para que éste reconociera luego “el esfuerzo de Ernesto Cordero, de Juan Manuel Oliva, de su planilla, de todo su equipo y de todos su seguidores”, mientras casi simultáneamente, a las 21:10 horas, desde su casa de campaña, Cordero aceptaba la derrota: “Lo que el PAN necesita no es una batalla legal, sino ética”, al tiempo que ofrecía a sus seguidores “no dejarlos solos” y seguir en el PAN para dar esa batalla.
Así quedaba resuelta la encrucijada a la que se enfrentó el panismo durante los últimos meses y que se agudizó con el proceso interno que culminó el domingo. Al final hubo un ganador: Gustavo Madero, que mantiene la dirigencia y se reelige; uno que perdiendo ganó: Cordero, porque reivindica su fuerza propia y adquiere su grupo y su independencia política; y un gran perdedor que, según comentaban ayer panistas de muy alto nivel, “está enfurecido”, y ese fue Felipe Calderón ¿Cumplirá el ex presidente su amenaza de dejar el PAN y buscar crear otro partido?