WASHINGTON. El fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, dijo que el espionaje industrial chino fue cometido para dar ventajas competitivas a empresas estatales chinas con la ayuda de una unidad militar de piratas informáticos con sede en Shangai.

 

“Esta conducta es criminal y no es responsable ni tolerable por ninguna nación seria”, aseguró John Carlin, el fiscal del Buró Federal de Investigaciones (FBI) encargado de la división de Seguridad Nacional.

 

Entre las empresas afectadas por el espionaje electrónico industrial están United States Steel, Alcoa, Westinghouse Electric, SolarWorld, Alleghny Tecnologies y el United Steel Workers, el mayor sindicato de empleados de la industria del acero.

 

Según detalló Carlin, los datos obtenidos ilegalmente fueron utilizados para que empresas chinas obtuvieran ventajas durante negociaciones para un contrato de plantas nucleares o durante disputas comerciales internacionales.

 

Los acusados serán procesados por los tribunales federales del estado de Pensilvania, pero al no encontrarse en territorio estadunidense y debido a que es muy poco probable que China los extradite, no parece que esos cinco militares chinos tengan que vérselas con un juez norteamericano.

 

“Esperamos que el gobierno chino coopere y demuestre que respeta el imperio de la ley, esperamos que un día estos individuos comparezcan ante los tribunales de Pensilvania”, aseguró el fiscal general.

 

Holder dijo que ésta es la primera vez que se procesa a representantes de un estado extranjero por espionaje industrial.

 

El Departamento de Justicia aseguró que tiene pruebas sólidas y que ha conseguido rastrear la fuente de este espionaje hasta la unidad militar china “Unidad 61398”, que opera en un discreto edificio de oficinas en Shangai.

 

El fiscal general dijo que las pérdidas financieras de las empresas afectadas son “muy significativas” y, según el fiscal federal del distrito de Pensilvania Occidental, David J. Hickton, “han costado despidos”.

 

“Robaron información útil para competidores estatales chinos y obtuvieron información interna sensible de litigios con el objetivo de servir a los intereses de compañías chinas”, explicó Holder, quien aseguró que Estados Unidos no espía para beneficiar a sus empresas.

 

China lo niega y acusa a EU de espionaje

 

El Gobierno de China protestó enérgicamente por la decisión de EU de presentar cargos contra cinco militares chinos por presunto espionaje y anunció en represalia la suspensión del diálogo Pekín-Washington en materia de seguridad cibernética.

 

“Dada la falta de sinceridad de EU en resolver asuntos relacionados con la ciberseguridad a través del diálogo y la cooperación, China ha decidido suspender las actividades del Grupo de Trabajo Cibernético Chino-Estadunidense”, anunció en un comunicado el vocero del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Qin Gang.

 

La fuente oficial aseguró que los cargos contra los militares chinos, acusados por el Departamento de Justicia de EU de espionaje industrial a gran escala, “están basados en falsedades y violan gravemente las normas básicas que gobiernan las relaciones internacionales”.

 

La decisión tomada por la justicia estadunidense, añadió el vocero, “pone en peligro la cooperación entre China y Estados Unidos, así como la confianza mutua”.

 

El Gobierno chino, informó, ha presentado una protesta formal al estadunidense, en la que le urge a “corregir su error y retirar los cargos”.

 

El Ministerio de Exteriores chino mantuvo que “el Gobierno de China, el Ejército y su personal nunca se han involucrado ni han participado en robos cibernéticos de secretos comerciales”, por lo que las acusaciones “carecen de todo fundamento y son absurdas”.

 

Al mismo tiempo, denunció que “China es víctima de graves robos cibernéticos estadunidenses, así como de actividades de vigilancia e intervenciones telefónicas”, que han afectado a instituciones oficiales, empresas, universidades e individuos del gigante asiático.

 

Las primeras acusaciones de ciberespionaje industrial a gran escala presuntamente realizado por el ejército chino surgieron en febrero de 2013, cuando un informe de la empresa Mandiant adelantado por el diario The New York Times aseguraba que un grupo de piratas informáticos contaba con apoyo directo del Gobierno chino.

 

Las supuestas actividades de ciberespionaje de ese grupo, denominado “APT-1”, tenían su base, según la empresa, en un edificio de Shanghái propiedad del Ejército de Liberación Popular chino cuya localización exacta habían logrado confirmar.

 

Pekín siempre ha negado las acusaciones y ha asegurado que la República Popular “es una de las mayores víctimas” de estas acciones.

 

El pasado 15 de mayo, el informe anual del estatal Centro de Desarrollo de Internet aseguró que China sufrió en 2013 alrededor de 61 mil ciberataques procedentes del extranjero contra sus páginas web, una cifra que supone un aumento del 62.1% con respecto al año anterior.

 

Además, unos 10.9 millones de ordenadores dentro del territorio chino fueron manipulados para poder ser controlados desde servidores del extranjero, un 30.2% de ellos radicados en Estados Unidos, según el informe.

 

El 25 de agosto del pasado año, China sufrió el peor ciberataque de su historia, que afectó al dominio nacional (.cn) y durante horas impidió o dificultó el acceso a ocho millones de páginas web.