Mientras que los grandes medios en Estados Unidos ignoraron o escondieron la noticia de la demanda contra la NFL de un grupo de jugadores por haberles suministrado sin su consentimiento drogas ilegales para hacerlos jugar aún con lesiones graves, salen a la luz testimonios sobre el abuso al que estrellas como Jim McMahon fueron sometidos.
McMahon forma parte de un colectivo de 500 jugadores retirados que están buscando una compensación por lo que les hicieron y que podría alcanzar los 765 millones de dólares.
Mcmahon afirmó que lo hicieron jugar con el cuello roto y que le suministraron narcóticos riesgosos e ilegales con tal de que jugara.
La liga los hacía jugar con múltiples lesiones que les escondía dándoles Fuertes analgésicos, con tal de que no se perdieran juegos lucrativos.
De hecho, el día que se rompió el cuello, el médico del equipo sólo le dio analgésicos y lo mando de vuelta a la cancha a seguir jugando sin decirle qué era lo que le había pasado.
El ex quarterback de los Osos de Chicago que ganaron el Super Bowl de 1985, alega que sigue sufriendo dolores incontrolables y demencia e incluso se sintió tentado a cometer suicidio.
“Mi cabeza no es fluida”, dijo McMahon, quien admitió que tomaba 100 pastillas analgésicas al día, tras volverse adicto a los analgésicos.
“Me daban estimulantes, depresivos y anagélsicos, mientras estuve en la NFL”, dijo JD Hill, quien jugó en la Liga por siete años. “Me volví adicto y terminé en las calles. Tras mi carrera me volví vagabundo. Nunca en mi vida tomé una droga pero me volví adicto en la NFL”.
La NFL terminó imponiendo controles para evitar el abuso de sustancias y analgésicos, aún cuando esto le provocó daños financieros.
“La NFL supo que esas drogas tenían efectos debilitantes en los jugadores, pero ignoró deliberadamente la salud a largo plazo de los jugadores en la obsesión que tenían por que regresaran a jugar lo antes posible”, explicó Steven Silverman, abogado de los jugadores en la demanda.