El papa Francisco reclamó hoy en Jordania, primera etapa de su viaje a Tierra Santa, una solución “urgente” para el conflicto sirio y advirtió en una multitudinaria misa en Ammán que la paz no se compra ni se vende, sino que es cuestión de gestos cotidianos.
Nada más pisar el reino hachemí, el pontífice dejó claro que, pese a ser una peregrinación, en su periplo no va a eludir los problemas políticos de una región sacudida durante décadas por la guerra y la injusticia.
Tomó la palabra tras recibir el cariñoso saludo de su anfitrión, el rey Abdala, y con la misma contundencia y educación que el monarca subrayó que los conflictos que sacuden Oriente Medio, tanto la guerra civil en Siria como el palestino-israelí, requieren soluciones urgentes pero también justas.
Al hilo de ese argumento, expresó su dolor por la tensión que dijo constatar en la zona y alabó los esfuerzos jordanos por acoger a más de 600.000 refugiados procedentes de Siria, así como de Palestina e Irak.
“El trabajar para una solución política a la crisis siria y alcanzar una solución justa al conflicto israelí-palestino se ha convertido en una cuestión necesaria y urgente al mismo tiempo”, declaró.
Acto seguido, lamentó la triste situación en la que viven los refugiados sirios, palestinos e iraquíes y renovó el compromiso de ayuda de la iglesia Católica.
“Este país acoge generosamente a una gran cantidad de refugiados palestinos, iraquíes y de otras zonas en crisis, en especial de la vecina Siria, destruida por un conflicto que está durando demasiado tiempo. Esta acogida merece el reconocimiento y la ayuda de la comunidad internacional”, afirmó.
A este respecto, Bergoglio manifestó el compromiso de la Iglesia Católica “dentro de sus posibilidades” para asistir a los refugiados y a los necesitados, especialmente a través de organizaciones como Caritas Jordania.
“Para esto -abundó-, es necesario y urgente encontrar una solución pacífica a la crisis siria, además de una justa solución al conflicto entre israelíes y palestinos”, agregó Francisco.
El papa alabó, asimismo, la actitud de los cristianos jordanos y aprovechó la ocasión para “renovar mi profundo respeto y consideración a la comunidad musulmana”.
Abdala II destacó, por su parte, “el compromiso personal” que el papa ha asumido en la búsqueda de la paz y el diálogo en el mundo, y le agradeció “el liderazgo” en el camino hacia el entendimiento y la coexistencia.
Asimismo, destacó su compromiso con la defensa de los santos lugares de Jerusalén, tanto cristianos como musulmanes, desde su posición de custodio de la ciudad santa.
Apenas dos horas después, la paz y el conflicto en Oriente Medio volvieron a ser el eje de la homilía que el papa dictó durante la misa oficiada ante más de 30.000 personas en el estadio nacional de Amman.
Allí, ante un público entregado que ondeaba cruces, y banderas de Jordania y el Vaticano, Francisco subrayó que “La paz no se puede comprar, no se vende”, es “un don” que debemos “construir mediante gestos grandes y pequeños en nuestra vida cotidiana”.
Flanqueado en el escenario por dos fotografías de grandes dimensiones de dos de sus predecesores, Juan XXIII o Juan Pablo II, el papa insistió en que “el camino de la paz se consolida” con el trabajo diario y el respeto al prójimo.
Tras saludar a los 1.400 niños que este sábado tomaron su primera comunión, el pontífice recibió a varios refugiados a los que bendijo durante la misa, intercalada por rezos y un coro en árabe, lengua esta última que el Vaticano hoy incluyó entre las que integran su página web.
Francisco llegó al estadio en un vehículo abierto en el que hizo su camino al escenario principal en medio de miles de feligreses que le obligaron a parar en numerosas ocasiones para acercarse a él o bien auparle a niños de corta edad para que los bendijera, e incluso entregarle documentos.
Entre banderas jordanas, libanesas, palestinas y sirias, Bergoglio avanzó entre la multitud con muestras de cercanía y calidez y guardándose el solideo blanco que cubre su cabeza por temor a perderlo debido al viento.
Grupos de globos blancos y amarillos y un enorme cartel en el que aparecía Francisco saludando al monarca jordano Abdalá II con la cúpula de San Pedro y el sitio bautismal de Betania de Transjordania de fondo, recibieron al prelado de la Iglesia en su primera homilía en Tierra Santa.
Tras tres “viva el papa”, la ceremonia concluyó y el pontífice se trasladó a la última parada oficial de su peregrinaje a Jordania, el sitio bautismal de Betania, donde la tradición sitúa el bautizo de Jesús por San Juan el Bautista.
Allí departirá y orará con grupos de discapacitados y con niños que se han visto obligados a abandonar su hogar y refugiarse por las guerras en Irak y Siria.