Ucrania cruza los dedos para que este domingo haya un nuevo presidente, ya que la celebración de una segunda vuelta electoral dentro de tres semanas jugaría en favor del boicot de los insurgentes, que fundaron este sábado una nueva república independiente: Novorossía (Nueva Rusia).

 

Cabe recordar que justo este sábado un periodista italiano y su traductora murieron en un combate en un punto de control a las afueras de Slaviask, situado en el sureste de Ucrania, por su parte el un fotógrafo francés William Roguelon resultó herido en un pie.

 

“Paremos la guerra. Elijamos al presidente en la primera vuelta”, reza el cartel de la campaña del oligarca Petró Poroshenko, el gran favorito a la victoria, según todos los sondeos.

 

Poroshenko tiene muchas papeletas para salir victorioso en las presidenciales del domingo, que es lo que parece desear también Occidente, muy interesado en legitimar cuanto antes a las nuevas autoridades ucranianas ante la amenaza rusa.

 

La ex primera ministra, Yulia Timoshenko, ha puesto todo de su parte para retar a Poroshenko a una lucha cuerpo a cuerpo, pero el “Rey del Chocolate”, como es conocido el dueño del emporio de bombones y dulces Roshen, ha eludido entrar al trapo.

 

Si fuera necesaria una segunda vuelta, los rebeldes podrían abortar la votación o las tropas gubernamentales podrían excederse en el uso de la fuerza, lo que daría al Kremlin la excusa perfecta para no reconocer los resultados.

 

A día de hoy, el presidente ruso, Vladímir Putin, ha dicho que respetará la elección del pueblo ucraniano, pero todo puede cambiar en unas semanas, más aún cuando ha exigido el cese de la ofensiva contra los bastiones prorrusos.

 

En una muestra de las intenciones de ambos candidatos, su primer viaje al extranjero como presidente será a Bruselas con el fin de firmar un acuerdo para la creación de una zona de libre comercio con la Unión Europea, antesala del ingreso.

 

El primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, aseguró que las autoridades han hecho todo lo posible para garantizar que las elecciones sean “limpias y transparentes” y acabar con prácticas fraudulentas como el “carrusel”: el traslado de electores para que voten repetidamente en diferentes colegios.

 

“Será la expresión de la voluntad popular de los ucranianos del oeste, este, norte y sur. Las elecciones serán justas y libres. No hemos dejado que los bandidos y mercenarios financiados desde el exterior aborten las elecciones”, dijo.

 

Yatseniuk llamó a los ucranianos a acudir masivamente a las urnas y prometió que a los insurgentes ya les queda poco tiempo para aterrorizar a las regiones del este rusohablante.

 

“Creo que ganará Poroshenko. Es un hombre bastante transparente y pienso que la mayoría de los ucranianos creen en él. Aunque no tenemos muchas esperanzas, ya que hay muchas cosas que cambiar, como la corrupción”, aseguró hoy a Efe Vasil, un ucraniano que trabaja en España y que ha decidido dedicar su mes de vacaciones a ayudar en el Maidán.

 

Ucrania vivió hoy una tensa jornada de reflexión, debido a los intentos de los rebeldes de frustrar los preparativos electorales, sea secuestrando a miembros de comisiones electorales, requisando equipos electrónicos, urnas y listas de votantes.

 

En la localidad de Artiomovsk (Donetsk) un grupo de hombres armados asaltó la sede de la comisión de la circunscripción electoral e instaló una ametralladora a la entrada.

 

Casi 100 mil efectivos del orden se ocuparán de garantizar la seguridad en unos comicios en los que están llamados a votar más de 33 millones de ucranianos, pero esto puede ser insuficiente en las más irreductibles bastiones prorrusos.

 

En estos momentos, los rebeldes parecen capaces de impedir el ejercicio del derecho al voto a la mitad, como mínimo, de los electores que residen en Donetsk y Lugansk (5 millones), que representan un 14 por ciento del censo nacional.

 

Los insurgentes han recomendado a los habitantes de esas regiones que se abstengan de salir de sus casas el domingo y no utilicen el transporte público, aunque, según la prensa ucraniana, los mineros del Donbass (cuenca hullera) han dado la espalda al boicot.

 

Mientras, las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk aprovecharon la víspera electoral para consumar la unificación bajo el nombre de Novorossía (Nueva Rusia).

 

La ceremonia de unificación tuvo lugar en un hotel de Donetsk en presencia de representantes de otras regiones del sureste ucraniano -Odessa, Jersón, Nikolayev, Dnipropetrovsk y Zaparozhie- acto que contó con la sola presencia del canal de televisión ruso Rossía-24.

 

Al contrario que en el caso de Crimea, Rusia no ha respondido a las peticiones de los insurgentes para que reconozca su independencia declarada tras los referendos separatistas del 11 de mayo y despliegue fuerzas de paz en sus territorios.

 

Putin fue el primero en hablar públicamente del término histórico Novorossía, en referencia a los territorios del este de Ucrania cercanos al Mar Negro y controlados por el imperio ruso desde tiempos de Catalina la Grande (siglo XVIII).