Año y medio fue víctima de trata. De su hogar en Veracruz, Madai fue llevada al Distrito Federal donde vivió golpizas, agresiones y vejaciones para obligarla a prostituirse. Intentó suicidarse en dos ocasiones, pero el 27 de enero de 2012 superó sus miedos y decidió escapar y denunciar a su victimario.
Hoy, dos años después, Madai Molares es presidenta honoraria de la Fundación Reintegra, asociación civil que apoya la rehabilitación de las víctimas de trata con fines de explotación sexual; además estudia Derecho por gusto y como una herramienta más paras ayudar a las mujeres que pasan por lo que ella pasó. Confía en que algún día será juez o magistrado.
Recién llegada de Estados Unidos, ¿Qué hiciste por allá?
Fui a participar en un proyecto con una fundación de Estado Unidos en conjunto con México, Fundación Reintegra y el apoyo de Rosi Orozco sobre la campaña ‘Sé implacable’, donde apoyamos a Norma Bastidas, también una sobreviviente víctima de trata mexicana que se propuso y logró el triatlón más grande del mundo. Corrió, nadó y anduvo en bicicleta desde Cancún hasta Washington.
¿Cómo te sentiste de viajar allá?
Es la primera vez que viajaba a Estados Unidos, pensé que sería más difícil pero no. En mi vida anterior (siendo víctima de trata) yo me escapé precisamente porque me iban a llevar para allá, entonces cuando llegue me acordé que hace dos años me iban a llevar a Nueva York, pero ahora estaba allá de otra manera, mi dolor, así como en el caso de Norma, también se ha convertido en mi fortaleza para realizar muchas cosas, ir a varios lugares aquí en México.
¿Cómo ayudas a las víctimas?
Me han invitado a dar pláticas, conferencias, prácticamente lo que hago es ayudar a que otras personas no vuelvan a pasar por la misma situación que yo. Pero también informar y concientizar a los padres, madres y jóvenes para que se cambie la forma de pensar sobre las mujeres y dejar atrás el pensamiento de que ‘están por gusto, porque quieren’. Es cuestión de educación, que desde la familia se fomente eso porque, por ejemplo, el caso de Tlaxcala, de donde vienen muchas de estas personas, ven la explotación de mujeres como algo normal.
Aquí en Reintegra ayudamos a las sobrevivientes a empoderarlas, hacerlas independientes y que sean aptas y capaces de valerse por ellas mismas. Las apoyamos con los recursos de gente que se concientiza y da donaciones en especie. Aquí aprenden a luchar por ellas y que el día de mañana puedan ayudar a otras sobrevivientes.
¿Qué pasa cuando las víctimas no denuncian e incluso dicen que no pidieron ser rescatadas?
Es por miedo, porque como fue en mi experiencia yo temía mucho por mí, pero sobre todo por mi familia, porque las amenazas son contra tu familia. Miedo de que los demás se enteren de lo que pasaste y piensen que estabas por gusto o que no crean lo que pasaste; y por otra parte la falta de confianza hacia las autoridades que muchas veces son las mismas que fomentan el delito.
Cuando yo estaba allá, por ejemplo, había policías que pasaban y contrataban. A mí me tocó pasar con algunos de ellos, entonces, ¿cómo puedes confiar en alguien, es una desconfianza que te hace no querer denunciar?
¿Cómo podrían superar ese miedo?
El miedo que ellos (los tratantes) te transmiten es grande y te bajan tu autoestima hasta por los suelos, pero lo importante es que ellas se consideren víctimas, porque si no es así es más complicado. Muchas veces mienten en sus declaraciones porque no se consideran víctimas.
¿Qué opinas del caso de Cuauhtémoc Gutiérrez, el miedo podría estar frenando las acusaciones?
No sé mucho de este caso, pero de lo que he leído y visto, si en realidad esas mujeres fueron abusadas, a lo mejor es el miedo lo que no las hace denunciar porque el señor tiene mucho poder. Otras de las cosas que falla en estos casos es la protección de las autoridades, porque la víctima va y denuncia pero necesita protección. Al hacer una denuncia no es nada fácil, es muy complicado y más para uno que ha sido víctima, porque temes por tu integridad física, por tu familia, y las autoridades no dan garantía de que vas a estar protegida, en un lugar seguro.
¿Realmente se está combatiendo la trata en el DF?
Se está haciendo algo pero no lo suficiente, falta más por hacer, falta sensibilizar a nuestras autoridades sobre todo para entender que cuando llegue la víctima a denunciar la traten con respeto. Porque pasa que cuando denuncian, te dicen ‘Ah es que de seguro venías vestida así, entonces por eso te pasó’, y la autoridad no está para juzgar de esa forma, sino para apoyar y atender a las víctimas.
Yo creo que hay que sensibilizar más a los policías que están en las calles, que pasan por donde están estas mujeres (que son explotadas). Concientizar y sensibilizar en las escuelas, fomentar la cultura de la prevención.
¿Cómo va tu caso?
Estoy peleando por mi reparación del daño, ya quiero que todo esto se acabe. Incluso lo que podría obtener de la reparación no sería para mí, tal vez sería para la fundación, para apoyar a otras sobrevivientes. Todavía estamos agotando la última instancia que nos queda. Él (su tratante) se amparó, pero me enteré en la semana pasada, justamente cuando estaba en Estados Unidos, mi abogado me dijo que le habían rechazo su recurso, y el tipo este lo que está haciendo es ir a la Suprema Corte de Justicia para meter un recurso de revisión de porque se lo revocaron. Yo sólo quiero terminar esto.
Tus planes a futuro
Ahorita voy a continuar aquí en Reintegra apoyando, quiero dar resultados, apoyar a las sobrevivientes. Pero uno de mis sueños en ser juez, magistrado o entrar a la política, de senadora, de diputada no sé. Estoy estudiando Derecho porque me encanta mi carrera, pero también porque quiero apoyar a las víctimas de este delito. Quiero hacer una maestría, una ser perito psicológico o estudiar una maestría en criminalística.
¿Cómo está la relación con tu familia?
Hablo con ellos, es que esta parte de la familia es muy complicada porque me costó mucho trabajo que mi papá me entendiera y se diera cuenta de que no fue que yo haya querido, sino que me sometieron, me explotaron. A veces yo sentía que mi papá se sentía culpable, pero la familia debe estar para apoyar a las mujeres que sufren esto, y no para reprocharles y hacerlas sentir culpable. Yo siempre quise protegerlos, siempre pensaba en ellos. Ahora mi papá me entiende mejor y sé que está feliz con que yo esté estudiando, que yo estoy bien.
Fundación Reintegra
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