Por el tono de las declaraciones y reflexiones de algunos empresarios sobre el futuro de la economía nacional después del ajuste de la secretaría de Hacienda en el crecimiento del PIB para este año, cualquiera podría pensar que alguien les está haciendo “manita de puerco” para que se desdigan de las cosas horribles, horribles que platican en lo oscurito, al oído y en privado, y le den un tono “color de rosa” a sus discursos.
De unos días para acá, digamos del viernes -cuando se dio a conocer el mencionado ajuste de 3.9 a 2.7%- a la fecha, la sociedad y la opinión pública han leído y escuchado comentarios de todo tipo de analistas, funcionarios y ejecutivos, desde los bisoños hasta los experimentados, pasando por los “paleros”, sobre el asunto. Una buena cantidad ha dicho que lejos de perjudicarnos, la reducción nos beneficiará; habrá más empleos, dicen unos; los inversionistas nacionales y extranjeros hacen largas filas para venir a México, afirman los “neo conquistadores”. “No se arruguen”, sugieren los mismos. Por cierto, esta frase nos hizo recordar al príncipe holandés que repitió el refrán del “camarón que se duerme se lo lleva la…”, sin saber bien a bien el sentido de la misma.
Pero estábamos en el tema de la “manita de puerco”. No vamos a decir nombres porque muchos de ellos tienen la “piel de cebolla”, sólo retomamos parte de sus discursos y declaraciones. Uno de ellos dijo por ejemplo: Hace 15 meses había un gran optimismo sobre nuestro país por la sola posibilidad de que pudieran materializarse algunas de las anheladas reformas estructurales en un país con sólidos fundamentos económicos, demográficos e institucionales. Hoy podemos afirmar que los hechos han superado con creces el cumplimiento de esas expectativas de reforma. ¡Tómala Papá! Y eso que todavía no se aprueban las leyes secundarias, eh.
Pese a lo anterior, agregó el de la voz, en meses pasados se ha generado un pesimismo en ciertos sectores de nuestra sociedad, derivado de la reciente reforma fiscal y del escaso crecimiento registrado en dicho periodo, mismo que no ha coincidido con los pronósticos. Y diversos analistas -bisoños, por supuesto, acota el columnista- han iniciado un debate por lo demás estéril y que desinforma sobre el futuro económico de nuestro país. ¡Retómala Papá! ¿Llamaste más que bisoños a los “cupuleros” de Concamin, Concanaco, Coparmex, Canacintra, CCE… quienes se han quejado por la mencionada reforma?
El de la voz siguió con la defensa estoica: “Tampoco debemos exagerar el impacto de una reforma fiscal que si bien no era la que esperábamos, la mejor, es una reforma que en el contexto del resto de las reformas la calificaría como un peaje que tenemos que pagar a cambio de la energética con los alcances logrados, y es un peaje por demás barato”. El problema, acotan algunos “cupuleros”, es que barato o caro el peaje, nos encontramos una cantidad importante de semovientes en el camino que podrían provocar que nos diéramos en la…torre.
Y remató: “No debemos dejarnos llevar por el pesimismo, evidentemente las reformas estructurales requieren tiempo para impactar positivamente el crecimiento, por eso son estructurales (ignorantes, le faltó calificar)… Por ello debemos analizar la situación con una visión estratégica y de largo plazo y no centrada en la coyuntura del siguiente trimestre. El país tiene, sin duda, retos importantes por delante, entre ellos figuran los altos niveles de pobreza y desigualdad, las bajas tasas de productividad y la violencia en algunas zonas del país, sin embargo el rumbo trazado es el correcto”. ¡Viva México le faltó decir!
Pero no sólo a los integrantes del sector privado parece que les están haciendo “manita de puerco” para que se desdigan o le den otro tono a sus declaraciones sobre el futuro económico del país. Ayer por ejemplo, tragando saliva, Eduardo Sojo Garza-Aldape, titular del INEGI, tuvo que decir: La economía de México no está en recesión, nada más está estancada. ¡Ah bueno!
Y todo porque las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI, dieron a conocer números que muestran el grado de jodidez en que yace el no-crecimiento del país.
Papelito habla, y si el papelito tiene numeritos a la baja no hay para dónde hacerse. Eso es lo que vale en el trabajo del INEGI, y al que no le gusten las estadísticas que no las consulte o de plano que las prohíba, pero que no le hagan “manita de puerco” al presidente de esa institución para que declare que sí pero no; que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, y que lo que el INEGI quiso decir es que… Sojo no tiene por qué tratar de aclarar o “matizar” lo que ya quedó muy claro en las cifras estadísticas: que estamos bien, pero bien jodidos, y que no vemos el final del túnel.