Por Gabriela Rivera
Considerada como una de las enfermedades discapacitantes genéticas más agresivas de las últimas décadas, la esclerosis múltiple afecta a 18 mil personas y sus familias en México. Aunque todavía no hay una cura definitiva, los laboratorios han logrado desarrollar fármacos que retrasen la discapacidad física y mental de los pacientes.
La esclerosis múltiple es un padecimiento que inicia en el sistema inmunológico y que afecta al cerebro. Verónica Rivas, médico neuróloga y especialista en la enfermedad, explicó que los anticuerpos del organismo se descontrolan y comienzan a atacar la mielina que cubre los axones de las neuronas.
La pérdida de neuronas genera, a su vez, pérdida de la masa cerebral que tiene repercusiones en la capacidad cognitiva, la memoria y la conducta. No obstante, el sistema inmunológico también puede atacar los nervios del ojo o la medula ósea, produciendo discapacidad motora, sobre todo en las piernas.
Existen cuatro tipos de esclerosis múltiple, de acuerdo a su evolución:
Recurrente remitente: 85% de los pacientes tienen este tipo, en la cual se presentan brotes que duran alrededor de 24 horas y luego se recuperan. Con el paso de los años, la afectación es más prolongada hasta que llega a la discapacidad.
Secundaria progresiva: independientemente de los brotes, el paciente presenta un afectación progresiva en su manera de caminar. Ésta es la fase que sigue a la remitente recurrente después de 10 años con esta enfermedad.
Primaria progresiva: el paciente no tiene brotes, sino que de manera lenta la enfermedad avanza hasta que tienen dificultad para moverse.
Progresiva recurrente: la enfermedad avanza poco a poco, el paciente tiene un brote notorio y después pasa, pero la esclerosis sigue afectando el sistema neurológico.
Si bien no hay un síntoma específico para esta enfermedad, la especialista señaló que 85% de los pacientes diagnosticados presentan “brotes” en los cuales alguna parte de su cuerpo no tiene coordinación, está débil o tiene rigidez, pero también pueden tener problemas al habla o dificultad para ver. Después de 24 horas las molestias pasan y el miembro afectado regresa a la “normalidad”.
Antes de la década de los 90, los médicos tardaban en diagnosticar al paciente, ya que no relacionaban la pérdida de movilidad o la falta de visión con esclerosis múltiple. Además la tecnología de las resonancias magnéticas no era tan avanzada como pare descubrir el daño neuronal.
Por ello, la especialista recomendó que ante cualquier problema de movimiento o visión, lo mejor es acudir al médico, quien deberá hacer los estudios correspondientes para diagnosticar o descartar esclerosis múltiple