Londres es una obsesión para muchos y 3 días me bastaron para entenderlo. Esta ciudad, junto con Nueva York, es el principal centro financiero del mundo y una de las capitales multiculturales por excelencia. Tan solo su metro “The Tube” es el más antiguo con 151 años. Londres ha visto pasar la historia a través de sus muros y sus calles; resulta increíble poder sumergirse unos días en esta vibra. Me recordó a mis clases de historia de la Gran Bretaña, a Jonathan Rhys-Meyers y mientras en mi cabeza escuchaba fragmentos de William Shakespeare.
Todo empezó en el aeropuerto de Gatwick, uno de los ocho que existen en Londres y donde la cantidad de gente que pasa apurada y con maletas, pueden volver loco a cualquiera, lo bueno fue que en menos de 15 minutos estábamos en el metro rumbo a nuestro hotel en Holborn.
Rosewood Hotel
Llegamos a este hotel de cinco estrellas. Un sueño en el West End que data desde 1914 y ha salido en distintas películas. Lo remodelaron el año pasado y no podría pensar en un mejor lugar para una luna de miel. Situado en el corazón de la ciudad, tiene un bar increíble en la entrada: el Scarfes Bar con un piano, música en vivo, buenos cocteles y el ya reconocido Mirror Room, donde el chef es mexicano. Les recomiendo mucho los postres.
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