Con motivo de su participación en la XXV Feria Nacional del Libro de León (FeNaL), Yaconic platicó con el poeta David Huerta, quien se presentó en el homenaje a su padre, el poeta Efraín Huerta, en el contexto del centenario de su nacimiento. David, autor de los poemarios El jardín de la luz, Cuaderno de noviembre y La calle blanca, entre otros, y ganador de los premios de Poesía Carlos Pellicer y el Xavier Villaurrutia, habla de la importancia de la cultura, de su padre, el “Gran Cocodrilo” y de las letras.

 

—León: la feria de libro; Guanajuato: estado natal de tu padre Efraín Huerta; el homenaje. ¿Qué siente, qué significa estar acá?

 

—Significa el reconocimiento del estado y de la feria en particular a uno de los autores más notables y protagonistas —además de guanajuatense— de la cultura moderna. No es el único del estado: en otros campos también hay algunos ilustres que tienen mucha relación con la poesía de Efraín Huerta: Diego Rivera y José Alfredo Jiménez, por ejemplo. Hay un precioso poema de Efraín sobre el estado, Luminaria de Guanajuato, en el que recuerda a ambos. Otro paisano, estrictamente hablando, es el pintor José Chávez Morado, quien ilustró uno de los grandes poemas de la madurez de Efraín: Amor, patria mía. Tenían una relación muy cordial. Había muchos puntos de convergencia: ideológicos, políticos, artísticos y eran grandes amigos. Se decían recíprocamente paisa. Entonces, estar aquí significa evocar un montón de imágenes, palabras y hechos de figuras admirables. Acabamos de escuchar el estreno del Corrido de la enamorada [a cargo del ensamble de la Escuela de Música de León “Silvino Robles”], la poesía de Efraín con ese género vernáculo que descolló bien, como sabemos, con José Alfredo. Mi padre nació en Silao pero León y Guanajuato fueron ciudades de su infancia y adolescencia.

 

—Has afirmado que simplificar es renunciar al pensamiento.

 

—Me refiero a muchas cosas. A propósito de Efraín Huerta podemos hablar de la reducción de su obra poética a los Poemínimos, lo cual me parece una simplificación abusiva que no permite pensar con libertad ante todo lo que hizo, porque eso significa confinar, reducir o simplificar al autor e inventor de esas piezas (que a mí me gustan mucho pero no son lo único que escribió). En ese sentido, el centenario es la ocasión de verlo en su variedad, versatilidad e incursión por diferentes géneros. El Fondo de Cultura Económica publicará un libro de prosa de Efraín, preparado por un guanajuatense y extraordinario crítico de literatura, Carlos Ulises Mata. El volumen se llama El otro Efraín y nos remite a un Efraín prosista; nos da la oportunidad de conocerlo en esta otra faceta a la que dedico toda su vida: el periodismo, como cronista, reportero, comentarista cinematográfico y como narrador… polemista.

 

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