Miami hizo negocio. Tenía que salir de San Antonio con un triunfo y ayer lo hizo por 98-96 sobre los Spurs, nada extraño para el Heat, que se aferra a la historia que dice que desde 2011 ganó las cinco series de postemporada en la que arrancó perdiendo el primer partido.
Adrenalina al máximo, no se puede definir de ora forma la serie final entre San Antonio y Miami. No hay respiro, las ventajas son efímeras, y cada segundo es trascendental. Por eso no fue extraño, de nuevo, que cuando ambas escuadran se fueron a descansar al final de la primera mitad el resultado marcara 43 puntos en ambos electrónicos. Emotivo al máximo. Con Ginobili y sus encestes de fantasía desde la larga distancia, y ni hablar de la exhibición de Tony Parker, con Duncan luchando por mantener a sus Spurs con la ventaja, y enfrente, un LeBron intratable.
Sin olvidar, claro, a Chris Bosch, encendido como la pareja ideal de LeBron, ambos con más de 30 minutos sobre la duela. Aunque faltaba escuchar a los de casa, sobre todo a Danny Green, de nuevo en los momentos trascendentales, cuando Miami estaba arriba en el marcador, cuando parecía que marcaría distancia frente a las falla de Duncan, entonces vinieron los triples de Green para regresar a San Antonio con ventaja, compañado del infalible Ginobili en las faltas.
Supurs encendido, listo a repetir la historia del primer partido. Y entonces, de nuevo Miami a la carga, con LeBron (35 pts) a la carga, empatados a 90 a tres del final, con ventaja de 92-90 y dos 30 por jugar; no, no es tiempo del Heat, según Parker y su triple a dos 25 por jugar San Antonio manda con 92-93 y el AT&T center vuelto un manicomio, aunque Bosh puso 95-93, y más tarde, asistencia; ventaja de cinco para el Heat con un suspiro por jugar, demasiado para los Spurs que sucumbieron para que la serie quedé uno a uno, con viaje a Miami incluido.